Por: Luís Salas Rodríguez
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Tal y como podemos ver en las siguientes gráficas, contrario a lo que venía ocurriendo en nuestro país, a nivel mundial el dólar se devalúa al tiempo que la mayor parte de las mercancías (excepto algunos rubros alimenticios como el trigo y las energías) bajan de precios:
Es este un tema interesante, pasado por alto a la hora de debatir el problema de las importaciones, de las asignaciones de divisas y el cambiario en general, un poco por la insidia de la oposición, otro poco por piratería y otro por el particular estilo provinciano con que solemos abordar los debates en nuestro país.
Sin embargo, de alguna manera la oposición sí lo ha abordado aunque de manera sesgada e interesada cuando se jactaban de decir que la venezolana era la inflación más alta del mundo y que, si se quería superar, bastaba con tomar de ejemplo lo que se había hecho en países como Colombia. En este sentido, la intención más bien iba por la vía de asegurar de manera falaz que en aquellos países la gente estaba mejor pues no había inflación, todo lo contrario de Venezuela donde la inflación provocada por el gobierno se estaba comiendo el salario y la gente por tanto empobreciendo.
De toda esa aseveración lo único cierto es que la inflación se estaba –y aún está- comiendo el salario de los trabajadores y trabajadoras venezolanos, pues que la causa de la misma sea la política económica del gobierno está quedando demostrado poco a poco que es falso, pero más falso todavía es que se diga que la gente en los países con baja o cero inflación esté automáticamente mejor en términos de poder adquisitivo y calidad de vida. Si este último fuera el caso, entonces no se entendería por qué en España (2%), Grecia (-0,38%) y en general en toda la eurozona (1,1) la gente está tan preocupada, protestando o emigrando. En el caso de Colombia, nuestros vecinos tan admirados por los empresarios locales tanto que todos quieren irse a invertir para allá, la inflación ciertamente anda por el 0,15%, pero eso no pone necesariamente felices a los colombianos quienes en el más reciente ranking salarial de la OIT se cuentan entre los veinte peores junto a México, República Dominicana y Egipto.
Y es que el tema inflación-poder adquisitivo-calidad de vida es mucho más complejo de lo que se dice. La mayoría de los países actualmente con baja inflación los precios de las mercancías están respondiendo a un empeoramiento de la condición salarial de los trabajadores (mayor desempleo, peor empleo, disminución de beneficios sociales, privatizaciones, etc.) lo que obviamente los hace bajar por causa de un menor consumo. Por eso la gente que vive en países con baja inflación no es automáticamente feliz ni consume más, así como los que viven en países con alta inflación no están por ello peor que el resto ni consumen menos. Esto no quiere decir desde luego que no sea un problema los precios altos y cuanto más los abusivos que aquí tenemos, solo que es un problema menos simple que lo que la racionalidad ramplona nos dice. Por caso, en Venezuela el consumo de alimentos ha crecido 80% en los últimos doce años y de enero de 2012 a enero de 2013 aumentó un 40% (y poco más o menos el de todas las otras cosas). En Grecia, por el contrario, en septiembre pasado se aprobó una ley que permite a los supermercados vender los productos que estén vencidos a precio de costo para que ante la caída del consumo los comerciantes al menos no pierdan y la gente pueda comprar alimentos.
Para entender mejor esto debemos tener presente que lo que se suele llamar “poder adquisitivo” en cuanto capacidad de compra del salario se deriva de la comparación con el nivel de precios, para lo cual se toma en consideración el índice de precios al consumo (en el caso nuestro el INPC). De lo que se sigue que aseverar que la caída del salario real se explica por el ascenso de los precios es cuanto menos sesgado si no se toma en cuenta la evolución del salario. En otras palabras: el poder adquisitivo de los trabajadores no disminuye por el alza de los precios stricto sensu, lo hace si la remuneración no se incrementa en la misma magnitud. Y lo que ha venido ocurriendo durante los últimos catorce años es que el gobiernos ha mantenido una política de defensa salarial no tan solo con la inflación registrada sino con la esperada.
Veamos sobre este particular el siguiente comentario de José Gregorio Piña, donde compara el nivel de precios y salarios en Venezuela con la situación de los trabajadores en países como Estados Unidos y Alemania.
“Se aduce, por ejemplo, que en EUA o en Alemania hay baja inflación, lo cual técnicamente es cierto; lo que se oculta es que en el caso de EUA el ingreso real de los hogares estadounidenses ha disminuido 40% en los últimos 30 años, mientras que en Alemania, sólo bajo el Gobierno de Merkel, el salario real ha disminuido en 15%. En cambio, en Venezuela, como escribí ayer, desde enero 1999 a junio de 2013, el Salario Mínimo de los trabajadores se ha incrementado 27,7% por encima de la inflación (IPC) acumulada del mismo lapso; es decir, que a la fecha el Salario Mínimo está más del 27% por encima de la inflación. De hecho, el Salario Mínimo en los últimos 14 años ha subido antes que el IPC, que sube en previsión del incremento esperado en el IPC; ya en septiembre el Salario Mínimo estará por encima del incremento del IPC de este año, y se prevé que al final del año crezca conforme al IPC, como ya está decretado, por lo que el margen del Salario Mínimo por sobre el IPC desde comienzos de 1999 al 2013 se mantendrá al menos un 25% a favor del Salario Mínimo; al contrario de lo que ocurrió en los 15 años previos de la IV República con caída promedio del 80% del salario mínimo real; y una caída de más del 93% del valor real del Salario Mínimo, es decir, con respecto al IPC, en el quinquenio 1992-1996. Más aún, el Ingreso Mínimo Legal, que suma el Salario Mínimo y la Ayuda por Alimentación, rubro que ya es universal, para todos los trabajadores, ha crecido desde 1999 a la fecha. 90,3% por encima del IPC del mismo lapso. En cuanto al ingreso general de todos los trabajadores del Sector Público, el mismo desde 1999 hasta marzo de 2013, última fecha disponible, estuvo 10,4 % por encima del IPC del mismo lapso.”
A esto solo habría que agregar que en el marco del comportamiento propio de toda economía capitalista, la diferencia entre unas y otras realidades estriba en la manera cómo las respectivas burguesías se apropian del excedente y ejercen su explotación contra la clase trabajadora. En unos casos (Chile, Colombia, Europa, etc.) la explotación se ejerce preferentemente en la esfera laboral mediante la reducción del precio de la fuerza de trabajo (el ejemplo clásico de trabajar más por menos). Pero en el venezolano dada la protección que gozan los trabajadores y trabajadoras la apropiación del excedente y el proceso general de acumulación se ejerce preferentemente en la esfera del consumo. Fíjense que digo “preferentemente” y no “exclusivamente”, pues esta vía no excluye la otra tal y como podemos ver en el sector privado donde los salarios son sensiblemente menores comparados con el sector público pero además abiertamente desiguales entre obreros y empleados “rasos” y personal de “alto nivel” los cuales se llevan la parte del león junto a los patronos que gozan de altas tasas de ganancias mientras el grueso de los empleados subsiste con el mínimo o un poco más.
II
Ahora bien, así dicho, pudiera pensarse que no importa entonces que los precios suban ad infinitum si también lo hace el salario real. Pero no solo pasa que tal cosa resulta insostenible en el tiempo sino además que, tal y como estamos siendo testigos, no se justifica el actual alza de los precios en nuestro país sino por una mezcla de expectativas y márgenes de ganancias alucinantes con claros intereses conspirativos (hablando en serio, por más especulador que se sea, ¿cuántos electrodomésticos esperaban vender a los precios que estaban ofreciendo?)
Con esto volvemos al inicio. Como se recordará, decía que contrario a lo que viene sucediendo en nuestro país a nivel mundial el dólar se devalúa al tiempo que la mayor parte de las mercancías (excepto algunos rubros alimenticios como el trigo y las energías) bajan de precios. Esto es especialmente interesante pues tal y como ha insistido el presidente Maduro los empresarios y sus expertos parecen no tener otra excusa distinta al control cambiario para el aumento de los precios.
Allende todo lo que haya que mejorar a lo interno del régimen de administración de divisas (cosa sobre lo que se ha venido avanzando durante el año) lo cierto es que este argumento es falaz por varias razones: la primera y más obvia es que no sirve para explicar por qué aumentan rubros que no tienen que ver con importaciones, como pasa con muchos alimentos. La segunda porque todos los sitios inspeccionados ninguno ha podido demostrar que no cuenta con divisas y más bien pasa lo contrario: no pueden justificar cómo teniéndolas toman como referencia para sus precios el dólar ilegal e, inclusive, hay casos en que no pueden justificar qué hicieron exactamente con las divisas otorgadas a precios preferencial. Pero la tercera y que aquí nos interesa tiene que ver con este tema del precio del dólar y las mercancías en los mercados internacionales que los empresarios locales importan.
Tal y como venían ocurriendo las cosas la situación era más o menos así: el sector privado que no genera divisas propias se las solicita al Estado para importar aquello que no se producen internamente o complementa la producción nacional; esta demanda de divisas ha ido en aumento, lo cual en principio se explicaría por el aumento de la población y su capacidad adquisitiva dada una mejor situación económica, pero también podría explicarse por la pérdida del poder adquisitivo del dólar en los mercados internacionales, el cual en términos comparativos sirve para comprar cuatro veces menos de lo que compraba antes. Pero si tal y como estamos viendo luego de 2008 los precios de las mercancías (excepto algunos alimentos, como por ejemplo el trigo) han venido también disminuyendo en esos mismos mercados por efectos de la crisis económica mundial y el sub-consumo que genera, es muy probable que en términos reales una cosa compense la otra, de manera que el aumento la demanda interna de bienes no necesariamente implica una mayor erogación de divisas e inclusive, de seguir las tendencias mundiales, pudiera pasar que más bien la hiciese disminuir.
Si a esto se le suman las más que evidentes prácticas de sobrefacturación que se están descubriendo, en el sentido que una buena cantidad de dólares que se demandan por parte de los importadores se sobreestiman para ser desviados a otros fines entre ellos la especulación en el mercado ilegal o la compra de propiedades que en estos momentos se encuentran a “precio de gallina flaca” (caso Miami), podríamos concluir que no solo como hemos dicho y ha quedado demostrado el precio del dólar ilegal es ficticio y arbitrario (tal y como lo reconocen los mismos “expertos” de la derecha) sino que habría que replantearse el tema cambiario completo pues los precios “legales” tal y como ha igual ha quedado demostrado también lo son (cosa que por lo demás las personas que compran directamente por internet comprueban todos los días). De tal suerte, al igual que revelaron a las personas que no era exactamente que se estaban empobreciendo sino que las estaban robando, las medidas económicas han tenido la virtud de revelarnos que no es que nos estábamos quedando sin reservas sino que se las estaban robando.
A mi modo de ver, en los ataques especulativos y el sabotaje contra la moneda y los precios además de lo ya mencionado hay que sumar a los tenedores de bonos de deuda venezolana (que especulan con los altos intereses que estos bonos pagan dada las primas por riesgo impuestas por las calificadoras) así como el evidente interés que las empresas transnacionalizadas instaladas en el país tienen en acabar con el control de cambio para poder repatriar sin cortapisas los ingresos que captan. Y cuando decimos transnacionalizadas valga decir que estamos hablando de todas las empresas grandes y buena parte de las medianas que existen en el país, pues incluso aquellas que son “nacionales” como la Polar transfieren sus excedentes al exterior. Pero adicional a este tema lo otro es que las casas filiales de dichas empresas están aprovechando para compensar en el mercado venezolano las pérdidas o reducciones de márgenes de ganancia que están teniendo en otros mercados. Es decir, están aplicando un mecanismos de precios de transferencias cobrando aquí lo que pierden o no ganan allá.
Así las cosas, en el tema de la administración de divisas -administración que el Estado está obligado a hacer pues son divisas producidas por el Estado mismo y no por los empresarios- hay que considerar también estos temas. La guerra económica es una guerra de especuladores tanto internos como externos con intereses muy diversos pero confluyentes en un punto: apropiarse por cualquier vía -mientras más expedita mejor- de la riqueza nacional, para ellos distorsionan todo el sistema de precios y someten la economía nacional a un juego de rapiña donde unos pocos se favorecen a costa de la mayoría.
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