jueves, 28 de noviembre de 2013

Inminencia de conflicto: indígenas afirman que están dispuestos a morir

BRASIL. "Estoy aquí con mi gente. Nosotros somos 5 mil. Aquí estamos hombres, mujeres y niños. Vamos a permanecer aquí. Nosotros no vamos a salir. Que vengan 20, 40, 200, 1 mil tractores. Ustedes quieren matarnos y nosotros estamos dispuestos a morir. Esta es mi palabra ", declaró una indígena guaraní de 65 años, durante una asamblea celebrada el pasado viernes, 22 de noviembre, refiriéndose a la ocupación de la Tierras Indígenas Yvy Katu, ubicada entre los municipios de Japorã e Iguatemi, frontera estado de Mato Grosso do Sul con Paraguay.

El sitio, que ya fue declarado como tierra indígena en 2005 por el gobierno federal, ha sido disputado entre indígenas Guaraní Ñandeva y terratenientes, que están presionando para que la reintegración del territorio, concedida por la Justicia Federal de Naviraí, en el pasado día 18 de este mes, a favor de Agropecuaria ‘Pedra Branca’. El 31 de octubre, otro fallo de la Corte había favorecido al hacendado Luiz Carlos Tormena, dueño de la Hacienda Chaparral.

Después intento ejecución de la orden de expulsión por la Policía Federal el 06 de noviembre, la justicia ha determinado un plazo de 10 días para los pueblos indígenas salgan voluntariamente de las propiedades ocupadas. El plazo expiró el viernes pasado y los nativos no dejaron la hacienda. El reintegro es inminente. Por eso, los indígenas están acampados en su propio territorio hace 45 días.

Según la comunidad, los hacendados utilizaban la tierra para la ganadería, pero los indios aseguran de que 100% de 7,5 mil hectáreas anteriormente ocupadas por hacienda está ahora bajo el control de los guaraníes, así como caminos, carreteras y alrededores. Según ellos, por lo menos dos veces por semana, líderes y familias de todas las áreas retomadas se reúnen en asambleas para discutir el día a día de los campamentos, compartir información y decidir los rumbos de la lucha por la demarcación de Yvy Katu.

Antes de regresar al territorio de Yvy Katu, los nativos estaban ocupando solamente 10% del total del área reclamada, en virtud de una decisión judicial. "Nosotros aceptamos este acuerdo [de Justicia] con el compromiso de que, mientras que estábamos con 10%, se completaría la demarcación de nuestras tierras. Pero ahora nos damos cuenta, que fue un error aceptar este acuerdo, porque nos engañaron, porque, después de eso, todo quedó parado, como estaba. Ahora, sólo vamos a aceptar acuerdo de recuperar el 100%.El 100% de la tierra es nuestra, nosotros no vamos más a salir”.

Para intentar resolver la situación, las organizaciones indígenas, incluyendo el Consejo Indígena Misionario (Cimi) y la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (Apib) enviaron una carta a la Presidenta Dilma Rousseff pidiendo laintervención federal "inmediata", en el estado de Mato Grosso do Sul. "El poder público puede y debe evitar esta "tragedia anunciada", la repetición sistemática de genocidio contra los pueblos indígenas. Y esto debe hacerse ahora. El reconocimiento y demarcación de tierras indígenas es la verdadera solución para la situación que está planteada en Mato Grosso do Sul”, argumenta del documento.

El plazo límite establecida por los productores rurales del Estado para que el gobierno resuelva los conflictos por la tierra es el día 30 de noviembre. Si ocurre una tragedia, nosotros responsabilizamos al gobierno, afirman los indígenas.

Contexto

Estudios de la Fundación Nacional del Indio (Funai) y de una pericia judicial demostraron que los Ñandeva ocupaban el área de Yvy Katu durante la colonización de la región, de donde fueron expulsados en mediados de 1928. Para tener derecho a recuperar su territorio, ellos vienen reivindicando la terminación de la demarcación de las tierras indígenas Yvy Katu, que comenzó hace 29 años, pero fue interrumpida varias veces por los recursos judiciales. En junio de 2005, el Ministerio de Justicia declaró las 9,4 mil hectáreas de Yvy Katu como área de posesión permanente de los indígenas. A pesar de que la demarcación ya fue realizada, todavía está pendiente la homologación, por parte de la Presidencia de la República, para finalizar oficialmente el proceso.

En la actualidad, los indígenas ocupan 10%del total del área demarcada, en virtud de una decisión judicial. En marzo de este año, la justicia consideró nulo los títulos de propiedad, que inciden sobre la Tierra Indígena Yvy Katu, confirmando la validez del proceso de demarcación del área.

Traducción: ricazuga51@yahoo.com

Resolución de la ONU reafirma el derecho a la privacidad en la era digital

Por: Ernesto Carmona
ALAI

La resolución fue promovida por los gobiernos de Alemania y Brasil, países víctimas del espionaje ilegal de Estados Unidos revelado por Edward Snowden que afecta a numerosas naciones e incluso “pinchó” los teléfonos celulares de jefes de Estado “amigos” del gobierno de Washington, como Angela Merkel, Dilma Rousseff, François Hollande y muchos otros.

La Asamblea General de la ONU aprobó por consenso el martes 26/11 una resolución sobre el derecho a la privacidad en la era digital impulsada por Alemania y Brasil con el copatrocino de 50 países, según informó el sitio web Centro de Noticias ONU.

Con su adopción por consenso en la Tercera Comisión de la Asamblea General dedicada a asuntos sociales, humanitarios y culturales, la resolución quedó lista para ser aprobada automáticamente por el pleno de la Asamblea General de la ONU.

El representante de Brasil, Antonio Patriota, afirmó que el amplio apoyo recibido por la resolución testimonia la importancia que este tema concita en el mundo. “Creemos que las preocupaciones legítimas relativas a la seguridad que puedan tener los Estados deben abordarse de forma coherente con las obligaciones conforme al derecho internacional, y esperamos que la resolución lance un debate esencial sobre la vigilancia y el respeto a los derechos humanos en el ciberespacio”, dijo Patriota.

El representante de Alemania, Peter Witing, señaló que por primera vez en el marco de Naciones Unidas una resolución establece de forma inequívoca que los derechos de las personas son universales y deben ser protegidos tanto fuera como dentro de Internet.
“También recalca que la vigilancia ilícita o arbitraria y la intercepción de comunicaciones son actos sumamente intrusivos que violan la privacidad y podrían también violar el derecho a la libertad de expresión”, dijo el diplomático alemán. “Además expresa nuestra profunda preocupación por los efectos nefastos que distintas formas de vigilancia extraterritorial pueden tener sobre el disfrute de derechos humanos”.

Pequeña historia

Los gobiernos de Brasil y Alemania tuvieron airadas reacciones al conocerse a fines de octubre, por nuevas revelaciones de Edward Snowden, que el espionaje ilegal de la National Security Agency (NSA) se extendía no sólo a los gobiernos de “países amigos de Estados Unidos”, sino también a los teléfonos celulares de sus jefes de Estado.

La Tercera Comisión de la Asamblea General conoció el 7 de noviembre el proyecto de resolución presentado por Brasil y Alemania sobre el derecho a la privacidad, un documento que exhorta a los Estados a respetar y proteger esa garantía en el contexto de la vigilancia y la interceptación de las comunicaciones, y los insta a tomar medidas que pongan fin a las violaciones de ese derecho.

El documento sugirió cerciorarse de que las leyes nacionales de los países miembros sobre este tema se ajusten al derecho internacional y subrayó la necesidad de examinar los procedimientos relativos a vigilancia y recopilación de datos personales, especialmente a gran escala.

 El texto original también pidió a la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navanethem Pillay, sudafricana de etnia tamil, que presente un informe sobre la protección de esa garantía, en particular sobre la vigilancia de las comunicaciones digitales y el uso de otras tecnologías para tareas de inteligencia.

 Al final de la presentación del 7 de noviembre, diez países afirmaron que apoyarán la resolución, entre ellos Bolivia, Ecuador, Perú y Uruguay. Mientras el texto quedó a disposición de los miembros de la Tercera Comisión a la espera de la votación a fines de noviembre, se sumaron en total 50 países y la resolución fue aprobada el martes por consenso.

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miércoles, 27 de noviembre de 2013

La mano esclava oculta en el tomate

Por: Naomi Wolf
Revista Ñ

Es probable que la última hamburguesa que comió en un restaurante de comidas rápidas a usted no le haya costado prácticamente nada. Pero ¿cuánto le costó la rodaja de tomate que había en esa hamburguesa al trabajador que la hizo llegar hasta ahí? En casi todas partes del mundo –incluido EE.UU.– ese costo puede llegar a ser escandalosamente alto.

Los salarios pasmosos son sólo el comienzo. En Florida, los recolectores de tomate ganan un promedio de US$ 0,50 por cada balde de 14,5 kilogramos. Un trabajador que cosecha todo el día gana con suerte US$ 10.500 anuales quedando debajo de la línea de pobreza.

Siguen luego las alarmantes violaciones a los derechos humanos. En México, las autoridades liberaron recientemente a casi 300 personas, entre éstas 39 adolescentes, que eran mantenidas “en condiciones similares a la esclavitud en un campamento donde se clasifican tomates y se los envasa para exportación”. Las autoridades federales estadounidenses definieron a los campos de tomates de Florida como “la zona cero de la esclavitud actual”. Los abusos a los que son sometidos allí los trabajadores agrícolas por los intereses de la agroindustria han sido graves y sistemáticos.

Cabe señalar aquí la Campaña para una Comida Justa –una lucha por mejores salarios y condiciones que los recolectores de tomate en Florida y sus aliados han librado y en gran medida ganado. Su esfuerzo no sólo pone en evidencia los obstáculos que enfrentan las organizaciones de trabajadores en una época de subcontratación y cadenas de alimentos globales, sino que también podría servir como modelo para los trabajadores de otros sectores.

Durante muchos años, la industria del tomate en Florida dependió de trabajadores blancos y afro-estadounidenses pobres. Actualmente, depende de jornaleros con bajos salarios de Haití, México, Guatemala y otros países de América Central –un cambio que debe mucho a dos decenios de liberalización del comercio. Políticas como el Tratado de Libre-Comercio de América del Norte (TLCAN) permitieron a las multinacionales vender producción barata en México y otros países a precios más bajos que los agricultores locales y desalojar a millones de personas de sus tierras. En busca de empleo, muchos migraron a los EE.UU. donde, como trabajadores desprotegidos, fueron a trabajar para las mismas multinacionales.

Pero la globalización ahora está afectando la táctica que eligieron los trabajadores rurales. Como señala Jake Ratner, un joven activista que trabaja para Just Harvest USA, las corporaciones globales suelen estar al margen de tácticas tradicionales como los boicots. Por ello, los jornaleros rurales y sus aliados han elegido una metodología novedosa de “eliminación de marca” que ataca la imagen pública de las empresas –y eso ha atraído la atención de los encargados de tomar las decisiones en lo alto de la jerarquía alimentaria global.

El programa de Campaña para una Comida Justa se propone persuadir a todos los grandes compradores de tomates de adherir al Programa por una Comida Justa (FFP es su sigla en inglés) que, por un pequeño recargo –un penique por libra (453 gramos)– cambia considerablemente las vidas de los trabajadores y sus familias. Según FFP, los trabajadores que cobraban US$ 0,50 centavos por balde de 14,5 kilos (precio que no aumentó en más de 30 años) reciben US$ 0,82 –o sea un incremento de 64%. Una tercera organización, el Consejo de Normas para una Comida Justa monitorea el sector para verificar que se cumplan las normas vinculadas a los salarios y los derechos humanos.

Antes del lanzamiento del FFP en noviembre de 2010, la poderosa industria del tomate en Florida se había resistido a aumentar el precio por balde o a adherir a los códigos de conducta para proteger a los trabajadores de los abusos. Esto cambió cuando los activistas empezaron a acosar a las corporaciones multinacionales en lo alto de la pirámide y no a los productores (que en la actualidad son simplemente intermediarios aplastados por las empresas globales). A raíz de esto, once de las corporaciones alimentarias globales más grandes que compran sus tomates a los productores de Florida –como McDonald’s, Taco Bell y Burger King– y cadenas de supermercados como Whole Foods y Trader Joe’s adoptaron el FFP.

El FFP no solamente elevó los salarios de los trabajadores. Una línea confidencial para denuncias permite a los trabajadores informar sobre violaciones a los derechos humanos; desde 2011 se han recibido más de 300 llamadas (todas fueron investigadas y la gran mayoría se resolvió).

Asimismo, antes del FFP, los trabajadores del tomate en Florida debían levantarse entre las tres y las cuatro de la mañana para tomar autobuses y llegar a los campos en el momento en que entraban las órdenes. Pero no se les permitía comenzar a cosechar hasta 2-3 horas más tarde, cuando el rocío en las plantas se secaba –un tiempo por el que no se les pagaba nada. Ahora, con la introducción de los relojes obligatorios del FFP, los trabajadores pueden fichar y registrar sus horas de trabajo, garantizando que por lo menos recibirán el salario mínimo del Estado. De ahí que a los productores ya no les convenga que empiecen tan temprano, lo cual les da más horas de sueño –y pueden desayunar con sus familias.

Sin estos programas, la presión de las multinacionales subsiste. Al hacer uso de su enorme poder adquisitivo, las grandes corporaciones alimenticias multinacionales empujan los precios para abajo, lo cual no sólo empobrece a los trabajadores rurales, sino que también erosiona los beneficios de los productores que los emplean. Mientras tanto, la disgregación y la “des-intermediación” de las corporaciones globales permiten que éstas creen barreras formales gracias a las cuales los directivos no ven nunca a sus propios trabajadores (y productores), ni hablar de verse influenciados por ellos.

Viví esto directamente cuando me sumé a una protesta organizada por la Coalición de trabajadores de Immokalee contra el punto de venta de comidas rápidas de Wendy’s en Union Square, Nueva York. (Cuatro de las cinco corporaciones de comidas rápidas han adherido al FFP, Wendy’s quedó afuera.) Mencionando la política de la empresa, los gerentes de Wendy’s se negaron a aceptar una carta donde los manifestantes solicitaban a la empresa que adhiriera al FFP y les dieron el número del portavoz empresarial de Wendy’s. Los activistas dicen que el resultado de llamar a ese número es obtener un modelo de comunicado formal y que nadie habla nunca con ellos directamente.

De todas maneras, la campaña de FFP puede a la larga conseguir que Wendy’s firme –logrando que la rodaja de tomate sea un poco más sabrosa para los clientes con conciencia. Quizá más importante aún, desarrollar una coalición de trabajadores, clientes, y activistas aliados para ejercer presión arriba podría representar un modelo de cambio positivo para los trabajadores en las industrias globalizadas de India, Bangladesh, China y otros lugares.

© Project Syndicate. Traducción de Cristina Sardoy

Del golpe de estado al golpe en las urnas

Por: Katu Arkonada
alainet.org

Lo que hemos vivido los últimos días en Honduras merece un análisis mucho más profundo, pero a modo de reflexión preliminar y síntesis, podemos decir que la voluntad mayoritaria de refundar el país manifestada por el pueblo hondureño ha sido cercenada por las élites políticas y económicas. Todo ello además sufriendo un nivel de injerencia por parte de la Embajada de Estados Unidos nunca visto antes.

En estos momentos podemos hablar de una situación no resuelta en Honduras donde el Tribunal Supremo Electoral tiene 30 días para dar resultados definitivos y son ya 3 los candidatos que se han declarado ganadores de las elecciones. La diferencia entre Juan Orlando Hernández y Xiomara Castro, candidata de Libre, que comenzó siendo de 7 puntos a favor del Partido Nacional, ha bajado en estos momentos a 5 puntos mientras el recuento continua, y todo parece indicar que se va a dar un empate con una diferencia todavía no se sabe a favor de quien, de en torno a 1 punto de diferencia. La situación y el escenario que se vislumbra son de incertidumbre y no se descarta incluso la posibilidad de repetición de las elecciones.

Mientras tanto, en un Estado fallido como Honduras donde la institucionalidad es prácticamente inexistente, los representantes políticos de los grupos económicos y los representantes económicos de los grupos políticos, continúan negociando votos y diputaciones y se han acercado a candidatos de Libre para sugerir que si quieren que se confirme su elección debe abonar una cantidad de dinero o comprometerse a ciertos favores futuros.

Genealogía de un fraude

En las calles hondureñas no se tiene ninguna duda de que Libre ganó las elecciones y ha sido víctima de un fraude cometido mediante una estrategia perfectamente organizada y diseñada por JJ Rendón y la Embajada de Estados Unidos. Si en algún momento llegamos a creer en la victoria de Libre, este golpe de estado electoral dado el domingo y televisado en directo nos devuelve a la realidad y demuestra que a veces la izquierda peca de inocencia y la derecha está perfectamente articulada tanto a nivel de medios como en el plano internacional.

Son varios niveles de este fraude en el que el menos importante es la compra de votos en zonas populares y regiones más pobres mediante la entrega de bolsas con comida por parte de delegados del Partido Nacional el mismo día de las elecciones. Pero hay dos niveles en los que es preciso detenerse. Por un lado, uno más central y nuclear como es el propio Tribunal Supremo Electoral, cuyo presidente David Matamoros es militante y ex diputado del Partido Nacional. El Tribunal Supremo Electoral comenzó la noche del recuento publicando actas de zonas donde ganaba los cachurecos, como popularmente se conoce al PN, mientras al mismo tiempo mandaba a auditoría en torno a un 20% de las actas (que representan 400 mil votos) de territorios como el departamento de Santa Bárbara donde el voto mayoritario es para Libre. En el equipo de coordinación electoral del partido Libertad y Refundación se tiene la certeza de que en torno al 75% de las actas auditadas son ganadas por Xiomara. Todo lo anterior se realiza con el objetivo de crear la sensación de que el Partido Nacional estaba ganando las elecciones, sembrando descontento y desconfianza, e incitando a muchos fiscales de Libre a abandonar las mesas electorales después del recuento de los candidatos presidenciales, dejando vía libre para la manipulación de datos en el recuento de diputados y alcaldes.

El otro nivel es precisamente el territorial, en el que, desde lo local, se ha cometido fraude nacional. Los candidatos presidenciales eran 8 de 9 partidos diferentes y cada partido tenía 2 credenciales para sus representantes en cada una de las mesas electorales (16 mil en todo el país). Sin embargo, en centenares de mesas, como hemos podido comprobar personalmente en las actas escaneadas enviadas al TSE, el voto a 4 de estos candidatos era de 0 votos. Esto significa que ni siquiera los representantes de estos partidos en cada municipio han votado por su candidato, vendiendo sus credenciales al Partido Nacional. Los candidatos de estos 4 partidos, Democracia Cristiana, Alianza Patriótica del golpista Romeo Vásquez Velásquez, Unificación Democrática y PINU, ni siquiera alcanzan entre los 4 el 1% de los votos escrutados hasta el momento. Queda claro que se han presentado a las elecciones para hacer un negocio con las credenciales electorales otorgadas por el TSE.

Toda esta estrategia de fraude vino acompañada el domingo por una, hay que reconocer perfecta, estrategia mediática en la que el clímax fue la llamada de felicitación del Presidente de Colombia Juan Manuel Santos en mitad del discurso del candidato del Partido Nacional. Asimismo, el actual presidente de Honduras, Porfirio Lobo, también ha reconocido como vencedor al candidato de su mismo partido cuando aún falta 1 millón de votos por escrutar y la diferencia a pesar del fraude es de tan solo 100 mil votos.

Una mirada hacia delante

La posibilidad de 8 años continuados de gobierno del Partido Nacional aterra de solo pensarla, pero es más real que nunca. El pueblo hondureño ha hecho un esfuerzo inmenso, logrando construir una herramienta para la transformación y refundación de Honduras llamada Libre y el primer objetivo en estos momentos debe ser defender la victoria de la candidata Xiomara Castro voto por voto, pero quizás hay que empezar a plantearse que en un escenario en el que el Partido Liberal (20% de los votos) no se ha hundido a pesar del golpe de Estado, y el Partido Nacional tiene mucha fuerza a pesar del fraude cometido, la izquierda necesita recorrer aun el camino hasta la madurez política que le permita ganar las elecciones con un proyecto identificado con los sectores populares que pase por encima de cualquier tipo de fraude e injerencia. También en algún momento es necesario analizar el papel del Partido Anti Corrupción, que se ha convertido en la tercera fuerza de Honduras habiendo sido en un primer momento menospreciado por todos los partidos, incluido Libre. El PAC ha canalizado mejor que la izquierda el voto antisistema, con un discurso populista y de derecha, pero que ha calado en varios sectores, especialmente entre la juventud.

El objetivo más allá de la defensa del voto para la candidatura de Xiomara, debe ser asegurar un buen porcentaje de alcaldes y diputados de Libre, así como mantener la cohesión de un partido frágil ideológicamente, en el que la izquierda, los movimientos sociales y sectores provenientes del liberalismo se han unido con el objetivo de romper el tradicional bipartidismo.

Es el momento de comenzar a pensar en (re)construir el partido, fortalecerlo política, ideológica y organizativamente para convertirlo de una vez por todas en el proyecto político de todo un pueblo, de toda una nación, de una Honduras libre y soberana.

- Katu Arkonada se encuentra en Honduras como observador electoral y acompañante internacional de Libre.

martes, 26 de noviembre de 2013

Las medidas de emergencia de Nicolás Maduro en el rumbo correcto

Las medidas anunciadas por el Presidente Maduro el 6 de noviembre tienen la enorme virtud de facilitar el debate como debe ser: o construimos una política económica soberana o caemos en el monetarismo neoliberal, cuyo puerto final son medidas devaluatorias, pactos con el FMI o la dependencia extrema, neo colonial, que nos hará prisioneros de los nuevos actores del escenario imperialista mundial.

La intervención de mercancías con precios de usura y su venta directa al público a precio justo despiertan simpatía y moralizan al pueblo bolivariano y le dan oxígeno político al gobierno y al Proceso. Esta reacción del gobierno contra los especuladores y usureros era la que reclamaba nuestro pueblo para ponerse en pie de lucha (i). Lo mismo que espera se extienda a todos los rubros de la economía, en especial los alimentos (ii) y que se mantenga en el tiempo.

Sin embargo, el marco político de justificación de las medidas, así como las medidas mismas, aunque progresivas para la emergencia, son todavía precarias e insuficientes para estabilizar y profundizar el proyecto de la Revolución Bolivariana, y la declarada vuelta al rumbo de transición al socialismo.

El gobierno sabe que ahora sí entramos de lleno en el tiempo de las definiciones como lo está entendiendo el pueblo bolivariano. Un tiempo plagado de amenazas y también de grandes oportunidades. Atravesamos momentos difíciles pero apasionantes. Tenemos por delante la oportunidad de abrir una nueva etapa en este Proceso que en su momento, liderado por el Comandante Chávez, se montó sobre la ola que cambió el curso neoliberal en gran parte de América Latina.

El paso que debe dar la revolución para sobrevivir es recuperar su rumbo, su dinámica y profundizarse. Es el paso que va de una revolución democrática al inicio de la transición, es decir: revitalizando las claves políticas del Proceso, debemos dirigirnos hacia la revolución en el terreno económico y social.

Se ha avanzado en el diagnóstico del problema al ubicar la disputa por la Renta petrolera en el centro de la escena. Pero ese diagnóstico es aún parcial y por lo tanto insuficiente para desarrollar un plan que derrote la especulación y la usura (iii) de manera estructural. Y, sobre todo, que abra camino a un nuevo modelo productivo, construyendo una propuesta económica verdaderamente independiente como solo puede serlo en esta etapa mundial: anticapitalista.

Hoy más que nunca, porque la batalla recién comienza, al tiempo que desatamos la movilización del pueblo bolivariano, necesitamos clarificar las ideas, utilizar la verdadera ciencia económica de esta época: la economía política. Es decir: la ciencia que estudia las relaciones entre las clases, las fuerzas sociales y políticas actuantes y la dinámica de los enfrentamientos entre esos actores sociales y políticos, lo mismo que las características propias de los patrones de acumulación del capital (iv)

Es necesario descubrir lo que se esconde debajo de la superficie de acaparamiento y usura en los precios y en la especulación con el dólar, identificar cuáles son las fuerzas que se disputan la Renta y por lo tanto el control de la economía nacional y con qué política lo hacen. Sólo así podremos responder de manera revolucionaria a la actual crisis.

El nombramiento de Rafael Ramírez como Vicepresidente del Área Económica, el consiguiente mantenimiento del Control de Cambios y las nuevas medidas económicas, dejan agonizante al plan de entrega de la Renta elaborado por Merentes y las Cámaras Empresarias. Cámaras denunciadas el 6 de noviembre por Maduro como responsables directas de la “Guerra Económica”.

Sin embargo ese plan no ha muerto. Merentes es mantenido en el gobierno y las medidas anunciadas, aunque van en el sentido correcto, terminan, por ahora, allí donde deberían estar comenzando. Todo esto en un peligroso juego de señales confusas, pidiendo a la burguesía que reflexione. La ofensiva, por ahora mediática, de los especialistas de la oposición, de los propios empresarios y de algunas voces que surgen desde la misma orilla del Proceso Bolivariano, se redobla.

En el caso de los que dicen defender el Proceso, hablan opinadores de oficio sin compromiso militante revolucionario. Supuestos “expertos”, desde la comodidad de sus despachos en el exterior, escriben artículos insultantes. Ex altos funcionarios del gobierno confundidos sin saber qué hacer o interesados en dar por muerto prematuramente al Proceso Bolivariano, agitan el fantasma del colapso económico si no se toman las medidas que la oligarquía reclama.

Lamentablemente, desde los medios públicos se responde con argumentos superficiales y en el terreno que plantea la oposición. Los que hemos alertado contra esta guerra no hemos sido llamados a colaborar en este combate mediático, pero se toman y se utilizan nuestros argumentos y propuestas muchas veces de manera banal, ratificando el curso burocrático y de censura al pensamiento crítico que tienen esos medios.

Por otra parte y esto es muy importante, el escenario continental es favorable. Desde lo más profundo del Brasil que estaba quieto desde hace 20 años, se ha puesto en marcha, hace apenas unos meses, una nueva ola en ascenso. Esta vez contra el nuevo reformismo que se adueñó de parte de los países de Sudamérica. Multitudes se han lanzado a las calles a protestar contra las insuficientes políticas sociales. Se pelea también por reclamaciones obreras y populares largamente postergadas y contra el maltrato de una burocracia estatal que tiene como objetivo supremo gestionar los negocios de su propia burguesía.

El Catatumbo en Colombia despertó a un movimiento campesino y popular empobrecido, ferozmente reprimido y silenciado por años. Continúa haciéndose oír el movimiento popular contra el extractivismo de Norte a Sur en todos los Andes y el Amazonas, y en las tierras fértiles de las pampas del Sur se levantan los pueblos contra la depredación sionista de Monsanto sobre la tierra, entre muchos otros ejemplos. Esa ola, que está en sus inicios, es continuidad de la anterior y se está desarrollando por toda la geografía de nuestro continente.

Si algún actor social o político intenta ir abiertamente contra esta ola sentirá el rigor de las fuerzas desatadas. Y si la confianza en nuestro propio pueblo alguna vez se viera empañada por el desanimo o la confusión, debemos recordar que los vientos que nos empujan vienen otra vez desde lo más profundo de Nuestra América, es esa tempestad popular la que se debe cabalgar. Y no dudemos: el pueblo bolivariano estará a la altura de la exigencia histórica.

Marea Socialista hace este aporte en el mismo sentido que los anteriores (v), desde su posición de Corriente Política, Sindical, Popular y Juvenil del Proceso Bolivariano, en el ánimo de ayudar al debate nacional para defender y profundizar la Revolución Bolivariana hacia un rumbo anticapitalista.

I. Los alquimistas y la fascinación por el dólar

Antes de la ciencia fue la alquimia. La búsqueda del manantial de la eterna juventud, la sabiduría a partir de la piedra filosofal, la fórmula oculta en oraciones esotéricas que permiten convertir al plomo en oro. En fin, la búsqueda de una acción mágica que nos concedería la vitalidad eterna, el conocimiento total o la riqueza sin límites. Así están nuestros alquimistas económicos, buscando que una acción mágica sobre la relación dólar/bolívar, como por ejemplo liberar su compra a “todos los ciudadanos”, resuelva lo que, entre aterrorizados y amenazantes llaman una crisis terminal del proceso de la Revolución Bolivariana.

Estos “técnicos”, alquimistas, siguen enredados en la superficie del problema. Cegados de fascinación por el gran fetiche: el dólar. El fetiche de todos los fetiches, encerrado en la mercancía de todas las mercancías del capitalismo: el dinero (vi)

¿Cuál será la medida mágica? se preguntan y debaten entre ellos hasta sumergirse en la angustia que provoca la impotencia. ¿Será devaluar, liberar el precio y la compra del dólar o encontrar un parámetro comparativo distinto al actual? ¿Será verdad que nos acechan las siete plagas del desierto si no resolvemos el gran problema del dólar? Es decir, si no le damos a la burguesía todos los dólares que pide, que son todos y para siempre.

Fascinados como están son incapaces de comprender que el patrón de acumulación del capital en una economía nacional lo determinan el tipo y la dominación de clase sobre las relaciones sociales existentes en el país. Las características propias de la estructura económica. Y la lucha feroz, a cielo abierto, entre esas clases y sus direcciones políticas y sociales para apropiarse, modificar y controlar la superestructura política, es decir el régimen político y el gobierno, herramientas con las cuales garantizar e imponer por la fuerza un determinado consenso social.

En una economía tan elemental como la nuestra, que depende exclusivamente de la Renta petrolera, esas relaciones sociales, entre clases sociales, se definen, en los momentos en que el consenso social se ha roto, por una disputa brutal por la apropiación, el control y el reparto de esa Renta. Y, por supuesto, nuestros alquimistas, no entienden que un consenso social, es decir el breve momento de tiempo en donde funciona la negociación entre las clases y sus liderazgos sociales y políticos, para armonizar con medidas técnicas, el reparto parcial de la Renta, se logra solo sobre la base de la imposición forzada, si se quiere violenta, de un patrón específico de acumulación de capital (vii) por parte del sector triunfante en la disputa.

Es verdad que la relación bolívar/dólar es una relación de tensión permanente y en la que hay que buscar, interviniendo con medidas correctivas, equilibrios relativos de manera constante. Pero esta tensión no es “en sí”. Por el contrario expresa una distorsión provocada por el tipo primario y rentístico de nuestro capitalismo dependiente.

La base de esta tensión está en el privilegio de tener petróleo. Venezuela capta su riqueza en el mercado internacional y la vuelca al interior del país (viii). Pero la situación actual no está provocada por ese conflicto histórico. La relación de hoy entre bolívar y dólar refleja un cambio más profundo en la estructura económica de la sociedad: se rompió el consenso social sobre el patrón de acumulación del capital que funcionó, con modificaciones y fuertes turbulencias, entre 2003 y 2012.

Guerra económica y capitalismo rentístico: la disputa es también cultural

Por: Emiliano Teran Mantovani
Alainet.org

“La producción cultural ha sido confinada al interior de la mente, dentro del sujeto monádico: ya no puede mirar directamente a través de sus ojos al mundo real en busca del referente, sino que, como en la caverna de Platón, ha de trazar sus imágenes mentales del mundo en las paredes que la confinan. Si después de esto queda algo de realismo, es un «realismo» que surge de la conmoción al palpar ese confinamiento y darse cuenta de que, por cualesquiera razones peculiares, parecemos condenados a buscar el pasado histórico a través de nuestras propias imágenes pop y estereotipos acerca del pasado, el cual permanece para siempre fuera de nuestro alcance”.
Frederic Jameson

“El hombre liberado es un hombre creador, sin limitaciones para expresar su talento en el trabajo manual, intelectual o artístico, en sus relaciones con los demás hombres. Un individuo sin ídolos, dogmas, prejuicios; inspirado por un definido sentido de justicia e igualdad. Que es simultáneamente un individuo venezolano y un hombre universal. Este hombre puede aparecer y desarrollarse en un ambiente de florecimiento de las culturas nacionales”
Rodolfo Quintero, 1971

 Capitalismo rentístico y esquizofrenia

La implantación histórica del capitalismo rentístico venezolano, ha propiciado la combinación de una serie de factores que dan cuenta de un modelo social, económico, político y cultural verdaderamente extravagante, de rasgos muy particulares y atípicos, que con frecuencia agudiza sus propios desequilibrios, con notables evidencias de volatilidad social y fragmentación cultural.

El delirio consumista que hemos presenciando últimamente en Venezuela en tiendas de electrodomésticos como Daka, donde el hechizo monetario establece la “necesidad”, en vez de ser la necesidad la que canalice el flujo de dinero —con casos de personas que compran 2 televisores, teniendo 3 en casa, o consumidores que, “aprovechando” las rebajas a raíz de las políticas del gobierno nacional, se sirven para tener ahora un aire acondicionado en cada cuarto—, muestra cómo la coyuntura que vivimos actualmente en el país, refleja los “huecos de realidad” de la crisis del capitalismo rentístico: el hueco que hay entre la fascinación subjetiva, producto de la sensación de riqueza, y la insostenibilidad a no muy largo plazo de nuestro modelo rentístico; entre la debacle social neurótica que muestra la pantalla de televisión en forma de guerra económica, y el efecto de bienestar que produce el consumo masivo; entre la “independencia nacional” y la dependencia sistémica.

La forma de circulación de la renta construye y canaliza el deseo social. La sociedad de consumo es contrarrevolucionaria porque despolitiza al sujeto y lo sumerge en la inmediatez, en el vacío, en el estereotipo, estableciendo una especie de presente eterno en la medida en que fragmenta la Historia, el espacio y la política. Y no se trata de una fragmentación comunalizada, sino de una en la cual el individuo queda desprovisto ante el poder del capital. Las Hummer, el silicón, los biopolímeros, el Blackberry y el Miss Venezuela se entremezclan así con el Che Guevara y Antonio Gramsci, con el cantar de Alí Primera, con los Consejos Comunales y el antiimperialismo. Bajo esta fórmula, la revolución se convierte en espectáculo.

¿Y quién detiene esto? Ciertamente, el efecto que puede producir la merma o la distorsión negativa del flujo de la renta, evaporaría la magia que nuestro capitalismo sui géneris recrea como bienestar social, abriendo el camino a una crisis social. No obstante, el aumento del llamado “gasto público” no se refiere únicamente a necesidades básicas, sino a expectativas de vida, a deseos construidos, a imaginarios de lo que Ulrich Brand ha llamado los “modos de vida imperial”[1]. Hay que atender urgentemente al creciente hueco que hay entre la histórica expansión cuantitativa y cualitativa de estas expectativas de “vida imperial” y la insostenibilidad a no muy largo plazo del capitalismo rentístico venezolano. Los imaginarios vuelan, pero nada físico crece indefinidamente. Y menos en un sistema capitalista mundial en crisis estructural.

40 años después, Rodolfo Quintero

Leer hoy “Antropología del petróleo”, un clásico de la literatura petrolera venezolana que escribiera Rodolfo Quintero en 1971 (publicada en 1972), constituye una experiencia que nos permite comprender el poderoso arraigo que tiene en nuestro país lo que este antropólogo denominó la «cultura del petróleo». Lo interesante y relevante de la obra de Quintero es que, al contrario de todo el grueso de la tradición de la teoría social en Venezuela anterior a él, no recurrió a la construcción ontológica racista y colonial que planteaba que el venezolano es “flojo por naturaleza”, o que es un bárbaro por sus condiciones biológicas y raciales, y que por ende debía ser civilizado por un gobierno fuerte y/o ilustrado (Laureano Vallenilla Lanz et al). La cultura del petróleo es pues para Quintero, una imposición colonial, una forma de imperialismo cultural.

40 años después, no dejan de sorprender las enormes similitudes que tiene esta descripción sobre nuestros rasgos culturales y antropológicos, en relación con nuestra realidad actual, un proceso iniciado hace unos 90 años con la implantación de los campos petroleros en la década de los 20 del siglo pasado. Para Quintero, la cultura del petróleo se despliega en factores inmateriales como la lengua, el arte, la ciencia, así como en recursos físicos, como los instrumentos, las actividades o la infraestructura. Se trata de “…una cultura de conquista, (que) crea una filosofía de la vida para adecuar la población conquistada a la condición de fuente productora de materias primas”[2]; toda una ontología del extractivismo.

La hegemonía de la cultura del petróleo, actúa de manera determinante en la forma como los sujetos y la sociedad se piensan a sí mismos. En la medida en la que va deteriorando las culturas locales, generando desarraigo en las poblaciones y adormeciendo la conciencia histórica, reproduce una estructura de profunda dependencia cultural y subjetiva, de aprehensión política con el Petro-Estado, pero que al mismo tiempo implanta sentimientos imitativos y “desnacionalizadores”, los cuales tienen su proyección material en las supuestas “ventajas” del sistema que recrea la renta petrolera.

En la medida en la que se da esta adecuación cultural de la población al modelo extractivista petrolero, en la medida en la que reproduce un imaginario deseante de sus propios estilos de vida, montado sobre la promesa neocolonial del «desarrollo» y sus profetas mitificados, al mismo tiempo expulsa, invisibiliza, invalida y/o minimiza la posibilidad de pensar en otra sociedad que no sea la petrolera, de pensarla más allá del “desarrollo” y del rentismo ―léase, la “siembra del petróleo”―, utopizando las alternativas.

 La Revolución Bolivariana y la cultura del petróleo

La Revolución Bolivariana, tanto como proceso político, como un cúmulo de discursos donde han prevalecido ideas contrahegemónicas y corrientes culturales de pensamiento crítico, ha producido enormes desafíos, dilemas, contradicciones y alternativas a las formas como nos hemos pensado como sujetos, como hemos concebido al espacio/naturaleza, y como hemos interpretado la realidad histórico-social en Venezuela. Sin embargo, se trata de un complejo proceso político y cultural plagado de incongruencias, que nos invita a escrutar y reexaminar nuestros paradigmas dominantes, dada las trascendentales implicaciones que estos tienen en los procesos emancipatorios que se enarbolan en el discurso revolucionario.

Como hemos planteado en otra oportunidad[3], aparte de saldar la enorme deuda social acumulada, y haber al menos iniciado una clara transición post-rentista en el país, llevar adelante una Revolución Cultural que resquebrajara y comenzara a poner en entredicho nuestra “cultura del petróleo”, nuestro imaginario rentístico, abriendo el camino hacia la construcción una nueva subjetividad de autovaloración productiva, es una de las tres grandes misiones sobre las que se han centrado y aún se centran las expectativas revolucionarias del proceso político venezolano reciente. Los dilemas presentes sobre nuestra cultura y subjetividad política, nos obligan a preguntarnos si la Revolución Bolivariana se ha traducido o no, en un refrescamiento y una repotenciación del viejo modelo rentista.

Es resaltante notar que el nacimiento de la Revolución Bolivariana como proceso cultural, ha implicado la coexistencia, e incluso la hibridación, de la histórica cultura del petróleo, con una serie de ideas revolucionarias, que en algunos casos plantean profundos y radicales cuestionamientos políticos y axiológicos de rasgos anticapitalistas y decoloniales —estos últimos principalmente contagiados por los procesos de transformación en Bolivia y Ecuador.

La coexistencia de estos factores divergentes en nuestro proceso político nacional, evidencia que la Revolución Bolivariana es en efecto un campo en disputa. Sin embargo, esta lucha no es simétrica, y se desenvuelve mediada por la hegemonía y la profundización del modelo rentista, y por lo tanto, sobre un redimensionamiento de la cultura del petróleo. Se produce de esta forma una relación de poder sobre la cultura, en la cual es muy frecuente la construcción de saberes con elementos internos incompatibles —emancipadores junto con represivos—, que en un contexto de hegemonía económica y cultural petrolera/capitalista, generalmente subsume, domina y asimila los factores críticos de los mismos, a favor del status quo.

Este proceso no es irremediable. Sin embargo, es fundamental tratar de comprender porqué muchas de estas ideas alternativas anticapitalistas, radicales o no, no logran encontrar asidero tanto en los valores simbólicos de la sociedad venezolana, como en la estructura real de la economía rentista, sobre todo a medida que se va profundizando dicho modelo en el país. Es esencial cartografiar la cultura del petróleo en la Revolución Bolivariana, tratando de detectar dónde se fortalece ésta en nuestro proceso político doméstico.

¿Dónde se fortalece la cultura del petróleo en la Revolución Bolivariana?

A pesar de la importancia de la producción teórica/ideológica crítica para intentar salir del modelo rentista petrolero y su estructura de poder, o plantear un proyecto anticapitalista en su seno, como es el caso de las corrientes más radicales de la Revolución Bolivariana, el impacto que genera la reproducción y fortalecimiento de esta estructura económica rentista sobre la producción cultural y de subjetividad es tal, que hasta las ideologías más revolucionarias chocan con la enorme complexión de este modelo profundamente asimétrico.

Si la inundación de divisas producto del boom rentístico que vivimos desde 2004 —el llamado “Efecto China” a raíz del auge de la demanda de commodities impulsado principalmente por este país— tiene efectos perniciosos sobre los factores productivos, sobre el auge relativo de las importaciones, sobre el ensanchamiento artificial del mercado interno, el agrandamiento del desarrollismo del Petro-Estado, y de los niveles de endeudamiento externo, se debe a que esta profundización de los desequilibrios económicos está en profunda correlación con la necesidad e impulso del sobredimensionamiento de la cultura del petróleo, para así favorecer tanto a las estructuras de poder dominantes, como la consolidación de nuestra función dependiente en la División Internacional del Trabajo. Cuando Alí Rodríguez Araque reconoce que el fenómeno de la corrupción es una de las varias formas de distribución (antiética) de la renta petrolera[4], está haciendo evidente la relación estructural que existe entre cultura y rentismo, entre el excedente y la subjetividad.

La expansión de los “modos de vida imperiales” en crecientes masas de la población; de la construcción de expectativas, imaginarios y subjetividades a imagen y semejanza de la estructura del capitalismo rentístico, se conectan con el aumento de las migraciones a las ciudades, el empeoramiento del deterioro de la producción agrícola, y el frenesí surrealista por los productos importados. La plétora monetaria rentista, las burbujas especulativas y los escenarios paranoicos de la TV, encuentran su correlato en las burbujas culturales de nuestros imaginarios consumistas, que a ratos parecen alucinaciones.

La profundización del modelo rentista y los futuros proyectos de ampliación del extractivismo petrolero y minero ―los 6 millones de barriles diarios de los dos grandes proyectos político-partidistas hegemónicos, la «Potencia Energética Mundial» y el «Petróleo para tu Progreso»— supondrían la intensificación de nuestros males culturales endémicos. A su vez, los planes ya en marcha para la implantación masiva de estructuras petroleras en la Faja del Orinoco ―que Quintero en su tiempo definía como una incrustación colonial― reproduce el viejo efecto de deterioro y desarraigo de las culturas locales ―incluidos nuestros pueblos indígenas, que aún esperan la materialización de la demarcación territorial―, la inserción en el espacio de los recursos materiales que reproducen la cultura del petróleo, y el embelesamiento social con la insostenible modernidad petrolera.

Si bien Rodolfo Quintero planteaba que la cultura del petróleo era una cultura traída de afuera, esta también opera germinalmente desde “adentro”, reproduciendo el (neo)colonialismo endógenamente, expresión de la forma transnacionalizada como opera el capital en la globalización. Es fundamental comprender el papel que juega el Petro-Estado venezolano tanto en la administración de la cultura del petróleo, como en la intermediación entre el “afuera” y el “adentro”.

 La disputa cultural sobre el sujeto y la naturaleza

Si bien en la Revolución Bolivariana se ha dado un auge de las corrientes del pensamiento crítico, debemos admitir que el paradigma neocolonial del “desarrollo” sigue siendo un mito profundamente arraigado en nuestros patrones de pensamiento, al tiempo que el rentismo cultural continúa estableciendo una rígida frontera para pensar alternativas más allá de este.

A lo largo del tiempo, el análisis histórico-social venezolano ha centrado la gran mayoría de su atención y esfuerzos en buscar mecanismos para una mayor captación de la renta y un mayor control de la industria petrolera, de manera tal de impulsar el proyecto modernizador nacional, entendido éste como un proyecto emancipador y “progresista”, que nos llevaría al tan ansiado “desarrollo”.

Aunque resaltan algunas reivindicaciones de Rodolfo Quintero a las culturas locales y una idea de “descolonización petrolera”, y en Juan Pablo Pérez Alfonzo comienzan a bosquejarse críticas sin precedentes en nuestra literatura petrolera, al aparecer cuestionamientos al crecimiento, al desarrollismo, al concepto de “sembrar el petróleo” y a los efectos nocivos de la propia renta internacional[5], a nuestro juicio, es con “El Estado Mágico” de Fernando Coronil (1997) que se produce una importante ruptura epistemológica en la tradición del análisis social petrolero venezolano, planteando una crítica decolonial profunda a los patrones de conocimiento que habían determinado, tanto la caracterización de nuestra historia petrolera contemporánea, como la propia práctica política nacional que se derivaba de ella.

La línea de estudios sobre modernidad/colonialidad, en la que se inscribe “El Estado Mágico” de Coronil, representa una poderosa arma crítica contra la tradición de la cultura del petróleo y su estructura de funcionamiento biopolítico. La manera de comprender la composición y funcionamiento del Petro-Estado venezolano, el problema del espacio/naturaleza como factor de análisis, o la relación entre el discurso, el poder y la subjetividad, tienen poderosas implicaciones políticas, sobre todo en intensos procesos de disputa cultural como los que vivimos en la actualidad[6].

Las corrientes más críticas y antisistémicas en la Revolución Bolivariana, las cuales indudablemente bebieron del discurso más agudo del presidente Chávez, enarbolan como fuerza cultural una definición ontológica del sujeto/pueblo como potencia emancipadora y contrahegemonía constitutiva. Dichas corrientes se enfrentan a dos grandes fuerzas.

Por un lado, el sujeto que se construye desde el discurso de la oposición venezolana, encabezada por la llamada “Mesa de la Unidad Democrática” (MUD), es el típico “agente racional abstracto” de la teoría neoclásica, un sujeto que se presenta como “libre”, siendo que el Estado y la “ideologización política” interfieren en su camino competitivo hacia la eficiencia económica[7]. Todos los seguidores de la “libertad” individualista y de las “oportunidades” para el emprendedor capitalista tecnificado, son funcionales a este proyecto en la medida en que alimentan la reproducción de la estratificación clasista y racista de la sociedad venezolana, al tiempo que esa idea de “libertad individual” de los supuestos “agentes racionales” permite mantener ocultas las relaciones de dominación que ejerce el capital sobre estos. La idea de “pueblo” tiene aquí sentido, sólo en la medida en la que la unión inorgánica de sujetos fragmentados responda al llamado de sus guías para vencer a la “tiranía” —léase, la intervención estatal que obstaculice el libre flujo del mercado autorregulador—, al tiempo que puedan construir juntos una nación de “progreso”.

Por otro lado, la instauración de la Revolución Bolivariana como gobierno, convocaba al Poder Constituyente en su propia fundación, y promovía una definición de “pueblo” como empoderamiento de los excluidos sociales históricos, estableciéndose momentos de ejercicio y formas radicales de poder popular inmediato, lo que genera un conflicto sobre las formas tradicionales de la cultura del petróleo, tensionando numerosos supuestos establecidos por este modelo.

No obstante, los propios recursos biopolíticos materiales e inmateriales del capitalismo rentístico, en la medida en que se reajusta y redimensiona el modelo imperante, contrarrestan esa emergencia ontológica popular. El ejercicio del poder político del pueblo y su apropiación económica se apaciguan en la medida en la que básicamente estos se logran materializar como representación mítica a través de las personificaciones del «pueblo» que dirigen el Petro-Estado, y que distribuyen parte de la abundante renta. Esta postergación del ejercicio inmediato del poder popular juega a favor del restablecimiento de la dinámica neocolonial de poder propia de esta estructura política. De esta forma, podríamos afirmar que de hecho existen no sólo dos grandes proyectos ontológicos en disputa que definen al sujeto/pueblo venezolano, sino al menos tres.

Por su parte, dada la importancia de la legitimación del extractivismo en el capitalismo rentístico nacional, y su proyección sobre la dominación de la tierra, el territorio y la Naturaleza, la forma como se representa a esta última es también objeto de disputa. En la cartografía tradicional de la cultura del petróleo, en general la naturaleza ha sido históricamente instrumentalizada, invisibilizada como riqueza y colonizada para el “desarrollo”.

La hipocresía, la instrumentalización y la marginalización de la representación de la Naturaleza respecto al régimen de producción/extracción capitalista rentística en la MUD, se hace evidente no sólo en sus declaraciones públicas —como cuando el excandidato presidencial Henrique Capriles Radonski se mofó del quinto objetivo del Plan de la Patria y dijo que “nuestro pueblo no quiere que se salve el planeta”[8]—, sino en la manera como es categorizada ésta, cuando en el Programa de Gobierno de esta parcialidad político-partidista, la Naturaleza aparece referida constantemente como “capital natural”[9], al puro estilo neoclásico.

El agravamiento de la crisis ambiental global, ha venido poniendo en cuestionamiento con mayor frecuencia las concepciones depredadoras acerca de la Naturaleza. En el Gobierno Bolivariano se produce una reformulación administrativa y discursiva que supone una distinción respecto a los gobiernos anteriores, sobre la contradicción capital-naturaleza. El objetivo 5 del Plan de la Patria 2013-2019 —“Contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana”— y la reivindicación explícita del ecosocialismo como principio de la política del Gobierno, expresa una reconfiguración del valor de la naturaleza en este proyecto.

No obstante, en el marco del redimensionamiento de la cultura del petróleo, y la expansión de los proyectos extractivos, y con la justificación de la lucha contra la pobreza, se genera una discursividad que concilia extractivismo en auge con respeto por la naturaleza, recurriendo al controvertido concepto de “desarrollo sustentable” ―”haremos de la explotación petrolera una actividad para el cuidado del ambiente”―; resignificando el radical y decolonial concepto de Buen Vivir ―entendido en la Revolución Bolivariana principalmente como mayor acceso al consumo moderno/capitalista―; y generando nuevas teorías ad hoc para explicar por qué es inevitable y necesario para América Latina continuar la expansión de la explotación de nuestros “recursos naturales” y su realización en el mercado mundial capitalista, para alcanzar un mejor posicionamiento geopolítico y alcanzar la “independencia” ante el imperialismo[10].

La crisis como oportunidad: la importancia de una Revolución Cultural

Toda crisis no es sólo conflicto, sino que al mismo tiempo representa oportunidades, en la medida en que la desarmonía que se produce entre las ideas hegemónicas y la realidad material, permiten no sólo romper el hechizo ideológico, sino abrir posibilidades para resignificar y reformular los paradigmas sociales reinantes. El problema pasa por qué tipo de resignificaciones se plantean, y quiénes las impulsan.

Las diversas formas y facetas que ha adoptado la coyuntura actual en el país han sido primordialmente manejadas desde una perspectiva maniquea, en la cual el origen del problema según el Gobierno es la oposición, y según la oposición es el Gobierno. Rara vez se reconoce que ese incentivo a los “modos de vida imperial”, promovido por los poderes fácticos y las élites políticas, como una especie de valores sagrados de la nación, son buena parte del problema, ocultando cómo esta profundización de la cultura del petróleo alimenta la estructura de poder establecida, la estratificación social —el hechizo de que todos “podemos ser ricos” —, y la propia insostenibilidad de nuestro modelo parasitario.

Cuando se habla de “Guerra de IV generación”, parece no reconocerse que, si esta batalla se orienta al control del discurso y de la mente, entonces bajo la polarización política que vive el país, está totalmente abierta la posibilidad del intento de dominación ideológica tanto de un bando hacia la población del otro, como de esa parcialidad sobre sus propios partidarios. Esta premisa hace evidente pensar en la necesidad y posibilidades de formas de subjetividad autónoma y de pensamiento crítico bajo el régimen de la cultura del petróleo.

Si entendemos que casi el 90% de la población venezolana vive en ciudades, con sus expectativas de un estilo de “vida imperial”, la tarea de una transformación del modelo venezolano no sólo supondría una muy complicada reconfiguración del ordenamiento territorial, sino una reformulación de las lógicas y estilos de vida en las propias ciudades, con una respectiva modificación radical de nuestro relacionamiento con la Naturaleza, lo cual necesita el impulso de una verdadera revolución cultural en el país.

Esto nos lleva a preguntarnos, ¿un proyecto político post-rentista que no se construya más allá del “desarrollo” y del propio rentismo como frontera, puede permitir una revolución cultural de este tipo? ¿Quién o quiénes llevarán a cabo dicha revolución? Si existen no dos, sino al menos tres grandes proyectos político-culturales, uno de ellos con una concepción ontológica y de la naturaleza profundamente popular, autogobernante, emancipatoria y ecológica, entonces la revolución cultural se desarrollará sobre la base de una compleja disputa discursiva entre tres grandes fuerzas, más allá de la polarización política nacional reinante.

Si bien es cierto que en la Revolución Bolivariana no se ha podido desplazar la hegemonía de la cultura del petróleo, esto no implica que los procesos de transformación que hemos vivido en el país en estos 14 años no hayan ampliado sus grietas. Además, dichas grietas se expanden en momentos de crisis, lo que, como hemos dicho, inaugura procesos de reordenamiento ideológico y de resignificación cultural. Esto representa para el proyecto cultural emancipatorio, la apertura de caminos y posibilidades para infiltrar la cultura neocolonial del petróleo e impulsar procesos de transformación autónomos y ecológicos.

La álgida coyuntura actual de guerra económica y desequilibrios sistémicos es entonces, al mismo tiempo una batalla que se da en el campo simbólico. El caso de la neurosis colectiva por la escasez/acaparamiento de la Harina precocida marca P.A.N. es un buen referente para aprovechar la situación y convertir la misma en un gran debate popular que pueda expandirse a escala nacional, y que haga más visibles cuestionamientos radicales a algunos patrones conceptuales capitalistas/desarrollistas y coloniales, y por ende, a las formas de organización e interacción social que de ellos se derivan.

Organizaciones de base populares, comuneros y comuneras, y movimientos sociales tenemos la oportunidad de posicionar críticas de fondo a todo el entramado de la cultura del petróleo, señalando no sólo a los actores responsables, sino al propio modelo, en todas sus formas operativas. El secuestro progresivo que hizo empresas POLAR en el imaginario social venezolano, al punto de que la gran mayoría de la población asocia, como una metonimia, a la arepa con la harina PAN, debe ser desmantelado. El maíz empobrecido, los cultivos transgénicos, la estética del alimento —como una especie de racismo agrario— y el despojo de los procesos productivos del pueblo en forma de monopolios capitalistas, debe ser contestado con la arepa criolla; el cuidado, protección y difusión las semillas autóctonas campesinas; las culturas ancestrales locales y la reconceptualización del consumo para la vida; la alimentación sana; y el impulso a las redes socioproductivas populares y sostenibles.

En la medida en la que los comuneros y comuneras, de creciente organización, movilización y articulación a nivel nacional, logren establecer y expandir sus comunas y redes comunicativas y socioproductivas a mayor escala geográfica, seguirán dejando semillas de transformación territorial fundamentales. Por un lado, engendran así posibilidades para nuevos ordenamientos del espacio y nuevas formas de relacionamiento con la geografía, contribuyendo a transfigurar los recursos materiales que le dan vida a la cultura del petróleo, al tiempo que fortalecen bases de resistencia ante los ataques de desposesión del capital.

Por otro lado, favorecen a los procesos descentralizados de producción de conocimiento, al reposicionamiento y al resurgir de los saberes y cosmovisiones ancestrales y territoriales, que puedan contrarrestar el efecto universalizante y colonial de la cultura del petróleo, al tiempo que fomenta la construcción de tejidos comunitarios, que combatan la fragmentación individualista de la sociedad de consumo.

Como lo hemos expuesto, la sobredeterminación rentística que posee la forma de nuestro modelo capitalista, genera la expulsión cultural de campos de pensamiento donde son posibles el inicio de una transición post-rentista y post-extractivista. Dado lo profundamente enraizadas que están las estructuras físicas e institucionales del capitalismo rentístico, es fundamental resaltar que una transformación de fondo del mismo, requiere que germine una ruptura de la conciencia rentística que sostiene y legitima este sistema de poder.

Esto supone pensar lo “impensado rentístico”, hacer un salto decolonial del saber, develar la relación de poder contenida en los regímenes de verdad, abrir debates y tocar temas que han constituido tabúes nacionales, y sortear las amenazas de criminalización de la crítica revolucionaria, que pasan desde censuras institucionales y políticas, hasta una serie de teorías premiadas y promovidas que catalogan de “pachamamistas” y de promotores del juego del imperialismo, a diversas vocerías que se oponen al modelo desarrollista y al afán “progresista” de extraer más y más de la naturaleza, profundizando nuestros modelos neocoloniales y sus respectivos males.

Emiliano Teran Mantovani es sociólogo de la Universidad Central de Venezuela, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos – CELARG y hace parte del equipo promotor del Foro Social Mundial Temático Venezuela

Fuentes consultadas

- BORÓN, Atilio. América Latina en la geopolítica del imperialismo. Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Caracas, 2012.

- CORONIL, Fernando. El Estado mágico. Naturaleza, dinero y modernidad en Venezuela. Nueva Sociedad. Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad Central de Venezuela. Caracas, 2002.

- GAGO, Verónica. Sztulwark, Diego. “No podemos pensar en salvar el planeta si no pensamos la emancipación social”. Entrevista a Ulrich Brand. Lunes, 23 de abril de 2012. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-192462-2012-04-23.html. Consultado: [12/07/2012].

- GLOBOVISIÓN. Capriles: La única persona que perderá su empleo en Pdvsa será Rafael Ramírez. 01/08/2012. Disponible en: http://globovision.com/articulo/capriles-la-unica-persona-que-perdera-su-empleo-en-pdvsa-sera-rafael-ramirez. Consultado: [10/08/2012].

- MESA de la Unidad Democrática. Lineamientos del Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019). Caracas, noviembre de 2011. En: http://www.cuadernos.org.ve/pdf/mud.pdf. [Consultado: 08/03/2012].

- PÉREZ Alfonzo, Juan Pablo. Hundiéndonos en el excremento del diablo. Fundación Editorial El perro y la rana. Caracas, 2009.

- QUINTERO, Rodolfo. Antropología del petróleo. Siglo Veintiuno editores. Necaxa, México. 1976.

- TERAN Mantovani. La crisis del capitalismo rentístico y el neoliberalismo mutante (1983-2013). Rebelión. 21/10/2013. Disponible en: http://www.rebelion.org/docs/175965.pdf. Consultado: [21/10/2013].

- ÚLTIMAS Noticias. Edición impresa del domingo 15 de septiembre de 2013. Caracas, Año 72 Nº 28736.

Notas

[1] Cfr. Entrevista a Ulrich Brand: GAGO, Verónica. Sztulwark, Diego. “No podemos pensar en salvar el planeta si no pensamos la emancipación social”. Brand sostiene acerca de los modos de vida imperial: “Es la pregunta por cómo se está universalizando un modo de vida que es imperial hacia la naturaleza y las relaciones sociales y que no tiene ningún sentido democrático, en la medida que no cuestiona ninguna forma de dominación (…) El modo de vida imperial no se refiere simplemente a un estilo de vida practicado por diferentes ambientes sociales, sino a patrones imperiales de producción, distribución y consumo, a imaginarios culturales y subjetividades fuertemente arraigados en las prácticas cotidianas de las mayorías en los países del norte, pero también, y crecientemente, de las clases altas y medias en los países emergentes del sur”.

[2]  QUINTERO, Rodolfo. Antropología del petróleo. p.46

[3] Cfr. TERAN Mantovani, Emiliano. La crisis del capitalismo rentístico y el neoliberalismo mutante (1983-2013).

[4] En: ÚLTIMAS Noticias. Edición impresa del domingo 15 de septiembre de 2013. Sección el Domingo, pp.6-7.

[5] Cfr. PÉREZ Alfonzo, Juan Pablo. Hundiéndonos en el excremento del diablo.

[6] La introducción del problema del espacio/naturaleza como factor clave en los análisis de la conformación del sistema-mundo capitalista tiene poderosas implicaciones en la medida en que resignifica la División Internacional del Trabajo, también como División Internacional de la Naturaleza; desmitifica el “desarrollo” y la primacía del tiempo; hace evidente el ocultamiento del valor intrínseco de la Naturaleza; o bien resalta el papel de intermediación que juega el Petro-Estado periférico, y la relación entre su composición política y la captación de una renta absoluta. Cfr. CORONIL, Fernando. Cap.1: “La naturaleza de la historia”, en El Estado mágico. Naturaleza, dinero y modernidad en Venezuela. pp. 23-76.

[7] Esta idea está presente recurrentemente a lo largo del programa de Gobierno de la MUD 2013-2019, donde se enaltece obsesivamente la propiedad privada. Cfr. MESA de la Unidad Democrática. Lineamientos del Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019).

[8] Cfr. GLOBOVISIÓN. Capriles: La única persona que perderá su empleo en Pdvsa será Rafael Ramírez. La frase completa recogida de Capriles Radonski afirmaba: "El plan de gobierno del que lleva 14 y quiere 6 más, uno de los planteamientos de ese proyecto es salvar el planeta, este planteamientos nada tiene que ver con lo que quiere nuestro pueblo, nuestro pueblo no quiere que se salve el planeta, primero tenemos que ocuparnos de la casa".

[9] Op.Cit. pp.133-140

[10] Cfr. por ejemplo: BORÓN, Atilio. América Latina en la geopolítica del imperialismo. Sobre una crítica de este texto, véase: TERAN Mantovani, Emiliano. Neblina sobre los horizontes post-extractivistas: ¿no hay alternativas? ALAI, América Latina en Movimiento. Disponible en: http://alainet.org/active/66806

domingo, 24 de noviembre de 2013

¡El renacer del trueque!

Por: Jessica Dos Santos
ÉpaleCcs/Miradas
24 de noviembre de 2013

La primera forma de comercio —¿De qué? Bueno, ya saben, de intercambio de una cosa por otra, eso que hoy llamamos "compra-venta"— consistió en cajear "productos"mano a mano: lo que uno tenía y no necesitaba se cambiaba por lo que otro tenía y le sobraba. ¡Facilito! ¿No? Hasta que apareció el dinero y se jodió la vaina.

¡Cuando éramos felices y no lo sabíamos!

La tendencia de los seres humanos a compartir forma parte de nuestra naturaleza y, por ende, ha estado presente desde el inicio de los tiempos. Con la llegada de la agricultura las personas empezaron a producir alimentos y a tener “excedentes”, es decir, esa parte de la cosecha que no necesitaban consumir. Y si no la necesitaban, ¿por qué no cambiarla por otra cosa? Imagínense, ir por la vida dando y recibiendo sin posteriores deudas, sin desconfianza, sin amargura. Bueno, esa es la historia del trueque. ¿Muy bonita para ser verdad?

Uno de los impulsores de la Red de Trueque de Venezuela, Juan Esteban López, nos amplía el cuento: “El trueque era una práctica cotidiana, no solo entre las comunidades campesinas y pescadoras sino también entre las indígenas. Hay antropólogos que hablan de ‘sistemas extensos de intercambio’, porque se comprobó que existían redes que abarcaban desde las Antillas y el mar Caribe hasta la selva amazónica, pasando por los Llanos y los Andes. Hay un libro que se llama Noticias de caciques muy mayores que demuestra que las relaciones entre nuestras culturas no eran de guerra, invasión y hostilidad, sino de solidaridad y reciprocidad. Eso permitió el intercambio de recursos, plantas y tecnologías que hicieron que nuestras comunidades tuvieran unos niveles de soberanía alimentaria y conocimientos medicinales, botánicos y técnicos superiores a los actuales”.

Entonces, ¿qué pasó? Con el tiempo, de una u otra forma, el trueque implicó el comienzo del concepto “precio” y surgió la duda: ¿cuál será el número exacto de gallinas que debo dar para obtener una vaca? Bueno, las que necesite el otro. ¿No? Y si yo no quiero la vaca completa, pues vamos a compartirla entre varios, ¿cierto? ¡Ah!, pero el miedo inherente a cada uno de nosotros respondió con un rotundo “¡no!”.

Para resolver ese “problema” las comunidades buscaron un “producto de referencia” sobre el cual establecer los valores de los demás. ¡Ujúm!, una especie de “moneda”.

Sin cara ni sello

Esas monedas funcionaban como un elemento que medía y facilitaba los intercambios. En realidad, seguía siendo un trueque, pero ahora con un instrumento de medición. Por ejemplo: ¿qué tienen en común las plumas, las conchas marinas, las semillas de cacao, los metales, el ganado y la sal? Bueno, todos, en su momento, fueron usados como monedas. La sal era una de las más cotizadas porque permitía conservar los alimentos y de ahí viene el fulano “salario”, mejor conocido como “quince y último”.

Como ustedes ven, eran muchos y muy diversos los elementos que nuestros pueblos usaban como monedas, pero todos tenían algo en común: siempre (se lee siempre) eran tomados de la naturaleza y servían para cubrir necesidades reales. Hasta que un día los bancos emitieron las monedas y los billetes oficiales equivalentes a cantidades específicas de oro. Luego de la Segunda Guerra Mundial todos los billetes se podían convertir únicamente en dólares estadounidenses, y solo los dólares se podían convertir en oro. Y, así sucesivamente, continuaron jodiéndonos. Pero se les olvidó un detallito.

Todo tiene su caída

El detallito es que, desde 1973 hasta nuestros días, el dinero que usamos solo tiene su valor en la creencia subjetiva de que será aceptado por los demás habitantes porque, bueno, vale, nadie le va a rebotar su billete de Bs. 100 en el supermercado de la esquina a menos que sean ilegales, ¿no? Entonces, los sistemas de trueque contemporáneos hicieron su jugada magistral. ¿Cómo es eso? Bueno, además del intercambio de productos por acuerdos entre las partes, también crearon las “monedas comunales”, que son unos papelitos chiquitos, cuadrados, coloridos, con nombres y dibujos que refieren a nuestra verdadera historia.

Por ejemplo, el primer sistema de trueque contemporáneo de Venezuela fue constituido durante el mes de junio del año 2007 en Urachiche, estado Yaracuy, y su moneda comunal es la “Lionza” en honor a nuestra diosa María Lionza, la reina de las cuarenta legiones. Meses después surgió en el estado Falcón nuestro segundo sistema de trueque, llamado Confederación de Consejos Comunales José Leonardo Chirino, con la moneda “Zambo”, para conmemorar a ese hijo de indígena libre con negro esclavo que lideró una insurrección por la libertad. En este sentido, los habitantes del estado Miranda también decidieron rendirle homenaje a sus negros a través de la moneda “Cimarrón”, que rige el sistema de Barlovento. Mientras que el sistema Kikire de los Valles del Tuy funciona con el “Zamorano”, que nos recuerda al general de pueblo Ezequiel Zamora.

"Tierras y hombres libres"

Entonces, ¿qué necesitamos ahora? Bueno, cambiar nuestra estructura mental y potenciar la idea de usar algo distinto al dinero tradicional, por ejemplo, las monedas comunales. 3, 2, 1 y varios escupirán su “debe ser que si yo junto mil papelitos y voy al concesionario me van a dar un carro”. Bueno, ¿le advertí o no le advertí que lo primero era cambiar nuestra estructura mental?

“El sistema monetario actual es dominado a su antojo por las corporaciones financieras. Han logrado que el dinero sea escaso, atesorable y que su posesión genere porcentajes de interés. Esto nos ha hecho entrar en una lógica perversa, donde cada quien intenta salvarse sin importar que explote la codicia, la competencia, la especulación o el lucro personal. Nosotros debemos crear nuevos acuerdos basados en la solidaridad y la ayuda mutua a través de la economía del don (el dar, el regalar) o de una economía justa (el trueque)”, explica Juan Esteban, poco antes de adentrarnos en las experiencias que se viven en nuestra tierra, la bolivariana.

¡El destino!

Nuestro Libertador decía que la unidad de nuestros pueblos era un inexorable decreto del destino y algunos nos hemos aferrado a esta creencia. Por eso, en el año 2006 Juan Esteban, junto a otros dos compañeros de la Patria Grande (Pablo Mayayo y Daniel Jaramillo), se vinieron desde Colombia para asesorar a nuestro entonces Ministerio de Economía Popular en la conformación de los sistemas de trueque en Venezuela. “En ese entonces hicimos algunos procesos de formación en La Vega (Caracas), así como en Aragua, Carabobo y Nueva Esparta. Estos procesos se suspendieron por toda la dinámica de las elecciones presidenciales de diciembre. Finalmente se constituyeron tres sistemas de trueque en 2007, siete en el primer semestre de 2008 y, después, nos juntamos para crear la Red Nacional de Sistemas de Trueque el 4 de octubre del año 2008. En ese momento éramos 10 sistemas. En la actualidad, ya hay entre 15 y 20 sistemas de trueque constituidos y en proceso, algunos, incluso, por fuera de nuestra Red”, nos explica Juan.

¿Entre 15 y 20? Sí, sí, no solamente Yaracuy, Falcón y Miranda decidieron meterle el pecho al asunto, también en Trujillo se conformó el sistema de Boconó con su moneda comunal, el “Momoy”, ese pequeño hombrecito que, apoyado en su bastón, va cuidando nuestras lagunas y ríos. Cerca de Trujillo nace el sistema de trueque merideño que vuela con su moneda el “Cóndor”. Por su parte, Nueva Esparta impulsó el sistema de Paraguachoa y su moneda el “Guaiquerí”, como solían llamarse los habitantes originarios de la isla de Margarita. Mientras en Lara se unieron las localidades de Sanare, Quíbor y El Tocuyo al son de la moneda el “Tamunangue”.


¡Y lo imposible llegó!

¿Y Caracas? Sabemos que las ciudades funcionan bajo la lógica del consumo y no de la producción, pero a veces “la vida nos da sorpresas, sorpresas nos da la vida”. “En Caracas se hicieron algunos procesos de formación en el año 2010 con apoyo de la Dirección de Desarrollo Económico de la Alcaldía y Fundarte. En ese entonces algunas comunidades se sumaron al Gran Megatrueque Nacional, organizado por la Red Nacional de Sistemas de Trueque. Sin embargo, nuestro Colectivo Trueque Caracas nació formalmente en diciembre de 2011 con un evento en el Ateneo Popular de Los Chaguaramos. Luego, en el año 2012 se hicieron otros cuatro mercados ahí, en Caricuao y en el Museo Alejandro Otero”, agrega un Juan que parece creer en la capacidad de producir de los citadinos.

¿Producir? Sí, el trueque le planteó a los caraqueños el reto de que el producto a intercambiar fuese realizado por nuestras propias manos. Vaya susto para quienes creen, erróneamente, que no son capaces de hacer nada más allá de aquello que les impuso la academia. ¿No?



“Con el Colectivo Trueque Caracas queremos empezar a producir de verdad y a intercambiar bienes hechos por nosotros(as) mismos(as). Es una forma de superar esa tendencia que tiene la gente de llevar a los trueques solo ropa usada, libros, música o alguna película vieja porque, además, para eso existen espacios como los ‘trueques vintage’ o los ‘mercados de las pulgas’. Acá, más bien, se busca empezar la construcción real de una economía alternativa que sirva, que nos permita consumir bienes y servicios cotidianos, pero dentro de una perspectiva más humana. Incluso, pensamos que esa producción debe tener ciertos parámetros como, por ejemplo, impulsar la producción de alimentos desde una perspectiva agroecológica y, si son procesados, pues hacerlos con insumos sanos, así como fomentar la reducción, reúso y reciclaje de desechos orgánicos y no orgánicos. Y bueno, para quienes quieran asumir el reto, el Colectivo Trueque Caracas también realiza ‘festivales de ideas productivas’ donde se dictan talleres para aprender a producir artesanías y bolsos con material reciclado, huertos, granola, masa de maíz para arepas, jabones y demás”, concluye.

¿LO ASUMES?
¡No, no es jugando! Date ahí:
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jueves, 21 de noviembre de 2013

Poder adquisitivo, dólares, precios reales y reservas

Por: Luís Salas Rodríguez
sur-versión.wordpress.com

Tal y como podemos ver en las siguientes gráficas, contrario a lo que venía ocurriendo en nuestro país, a nivel mundial el dólar se devalúa al tiempo que la mayor parte de las mercancías (excepto algunos rubros alimenticios como el trigo y las energías) bajan de precios:



Es este un tema interesante, pasado por alto a la hora de debatir el problema de las importaciones, de las asignaciones de divisas y el cambiario en general, un poco por la insidia de la oposición, otro poco por piratería y otro por el particular estilo provinciano con que solemos abordar los debates en nuestro país.

Sin embargo, de alguna manera la oposición sí lo ha abordado aunque de manera sesgada e interesada cuando se jactaban de decir que la venezolana era la inflación más alta del mundo y que, si se quería superar, bastaba con tomar de ejemplo lo que se había hecho en países como Colombia. En este sentido, la intención más bien iba por la vía de asegurar de manera falaz que en aquellos países la gente estaba mejor pues no había inflación, todo lo contrario de Venezuela donde la inflación provocada por el gobierno se estaba comiendo el salario y la gente por tanto empobreciendo.

De toda esa aseveración lo único cierto es que la inflación se estaba –y aún está- comiendo el salario de los trabajadores y trabajadoras venezolanos, pues que la causa de la misma sea la política económica del gobierno está quedando demostrado poco a poco que es falso, pero más falso todavía es que se diga que la gente en los países con baja o cero inflación esté automáticamente mejor en términos de poder adquisitivo y calidad de vida.  Si este último fuera el caso, entonces no se entendería por qué en España (2%), Grecia (-0,38%) y en general en toda la eurozona (1,1) la gente está tan preocupada, protestando o emigrando. En el caso de Colombia, nuestros vecinos tan admirados por los empresarios locales tanto que todos quieren irse a invertir para allá, la inflación ciertamente anda por el 0,15%, pero eso no pone necesariamente felices a los colombianos quienes en el más reciente ranking salarial de la OIT se cuentan entre los veinte peores junto a México, República Dominicana y Egipto.

Y es que el tema inflación-poder adquisitivo-calidad de vida es mucho más complejo de lo que se dice. La mayoría de los países actualmente con baja inflación los precios de las mercancías están respondiendo a un empeoramiento de la condición salarial de los trabajadores (mayor desempleo, peor empleo, disminución de beneficios sociales, privatizaciones, etc.) lo que obviamente los hace bajar por causa de un menor consumo. Por eso la gente que vive en países con baja inflación no es automáticamente feliz ni consume más, así como los que viven en países con alta inflación no están por ello peor que el resto ni consumen menos. Esto no quiere decir desde luego que no sea un problema los precios altos y cuanto más los abusivos que aquí tenemos, solo que es un problema menos simple que lo que la racionalidad ramplona nos dice. Por caso, en Venezuela el consumo de alimentos ha crecido 80% en los últimos doce años y de enero de 2012 a enero de 2013 aumentó un 40% (y poco más o menos el de todas las otras cosas). En Grecia, por el contrario, en septiembre pasado se aprobó una ley que permite a los supermercados vender los productos que estén vencidos a precio de costo para que ante la caída del consumo los comerciantes al menos no pierdan y la gente pueda comprar alimentos.

Para entender mejor esto debemos tener presente que lo que se suele llamar “poder adquisitivo” en cuanto capacidad de compra del salario se deriva de la comparación con el nivel de precios, para lo cual se toma en consideración el índice de precios al consumo (en el caso nuestro el INPC). De lo que se sigue que aseverar que la caída del salario real se explica por el ascenso de los precios es cuanto menos sesgado si no se toma en cuenta la evolución del salario. En otras palabras: el poder adquisitivo de los trabajadores no disminuye por el alza de los precios stricto sensu, lo hace si la remuneración no se incrementa en la misma magnitud. Y lo que ha venido ocurriendo durante los últimos catorce años es que el gobiernos ha mantenido una política de defensa salarial no tan solo con la inflación registrada sino con la esperada.

Veamos sobre este particular el siguiente comentario de José Gregorio Piña, donde compara el nivel de precios y salarios en Venezuela con la situación de los trabajadores en países como Estados Unidos y Alemania.
“Se aduce, por ejemplo, que en EUA o en Alemania hay baja inflación, lo cual técnicamente es cierto; lo que se oculta es que en el caso de EUA el ingreso real de los hogares estadounidenses ha disminuido 40% en los últimos 30 años, mientras que en Alemania, sólo bajo el Gobierno de Merkel, el salario real ha disminuido en 15%. En cambio, en Venezuela, como escribí ayer, desde enero 1999 a junio de 2013, el Salario Mínimo  de los trabajadores se ha incrementado 27,7% por encima de la inflación (IPC) acumulada del mismo lapso; es decir, que a la fecha el Salario Mínimo está más del 27% por encima de la inflación. De hecho, el Salario Mínimo en los últimos 14 años ha subido antes que el IPC, que sube en previsión del incremento esperado en el IPC;  ya en septiembre el Salario Mínimo estará por encima del incremento del IPC de este año, y se prevé que al final del año crezca conforme al IPC, como ya está decretado, por lo que el margen del Salario Mínimo por sobre el IPC desde comienzos de 1999 al 2013 se mantendrá al menos un 25% a favor del Salario Mínimo; al contrario de lo que ocurrió en los 15 años previos de la IV República con caída promedio del 80% del salario mínimo real; y una caída de más del 93% del valor real del Salario Mínimo, es decir, con respecto al IPC, en el quinquenio 1992-1996. Más aún, el Ingreso Mínimo Legal, que suma el Salario Mínimo y la Ayuda por Alimentación, rubro que ya es universal, para todos los trabajadores, ha crecido desde 1999 a la fecha. 90,3% por encima del IPC del mismo lapso. En cuanto al ingreso general de todos los trabajadores del Sector Público, el mismo desde 1999 hasta marzo de 2013, última fecha disponible, estuvo 10,4 % por encima del IPC del mismo lapso.”
A esto solo habría que agregar que en el marco del comportamiento propio de toda economía capitalista, la diferencia entre unas y otras realidades estriba en la manera cómo las respectivas burguesías se apropian del excedente y ejercen su explotación contra la clase trabajadora. En unos casos (Chile, Colombia, Europa, etc.)  la explotación se ejerce preferentemente en la esfera laboral mediante la reducción del precio de la fuerza de trabajo (el ejemplo clásico de trabajar más por menos). Pero en el venezolano dada la protección que gozan los trabajadores y trabajadoras la apropiación del excedente y el proceso general de acumulación se ejerce preferentemente en la esfera del consumo. Fíjense que digo “preferentemente” y no “exclusivamente”, pues esta vía no excluye la otra tal y como podemos ver en el sector privado donde  los salarios son sensiblemente menores comparados con el sector público pero además abiertamente desiguales entre obreros y empleados “rasos” y personal de “alto nivel” los cuales se llevan la parte del león junto a los patronos que gozan de altas tasas de ganancias mientras el grueso de los empleados subsiste con el mínimo o un poco más.

II

Ahora bien, así dicho, pudiera pensarse que no importa entonces que los precios suban ad infinitum si también lo hace el salario real. Pero no solo pasa que tal cosa resulta insostenible en el tiempo sino además que, tal y como estamos siendo testigos, no se justifica el actual alza de los precios en nuestro país sino por una mezcla de expectativas y márgenes de ganancias alucinantes con claros intereses conspirativos (hablando en serio, por más especulador que se sea, ¿cuántos electrodomésticos esperaban vender a los precios que estaban ofreciendo?)

Con esto volvemos al inicio. Como se recordará, decía que contrario a lo que viene sucediendo en nuestro país a nivel mundial el dólar se devalúa al tiempo que la mayor parte de las mercancías (excepto algunos rubros alimenticios como el trigo y las energías) bajan de precios. Esto es especialmente interesante pues tal y como ha insistido el presidente Maduro los empresarios y sus expertos parecen no tener otra excusa distinta al control cambiario para el aumento de los precios.

Allende todo lo que haya que mejorar a lo interno del régimen de administración de divisas (cosa sobre lo que se ha venido avanzando durante el año) lo cierto es que este argumento es falaz por varias razones: la primera y más obvia es que no sirve para explicar por qué aumentan rubros que no tienen que ver con importaciones, como pasa con muchos alimentos. La segunda porque todos los sitios inspeccionados ninguno ha podido demostrar que no cuenta con divisas y más bien pasa lo contrario: no pueden justificar cómo teniéndolas toman como referencia para sus precios el dólar ilegal e, inclusive, hay casos en que no pueden justificar qué hicieron exactamente con las divisas otorgadas a precios preferencial. Pero la tercera y que aquí nos interesa tiene que ver con este tema del precio del dólar y las mercancías en los mercados internacionales que los empresarios locales importan.

Tal y como venían ocurriendo las cosas la situación era más o menos así: el sector privado que no genera divisas propias se las solicita al Estado para importar aquello que no se producen internamente o complementa la producción nacional; esta demanda de divisas ha ido en aumento, lo cual en principio se explicaría por el aumento de la población y su capacidad adquisitiva dada una mejor situación económica, pero también podría explicarse por la pérdida del poder adquisitivo del dólar en los mercados internacionales, el cual en términos comparativos sirve para comprar cuatro veces menos de lo que compraba antes. Pero si tal y como estamos viendo luego de 2008 los precios de las mercancías (excepto algunos alimentos, como por ejemplo el trigo) han venido también disminuyendo en esos mismos mercados por efectos de la crisis económica mundial y el sub-consumo que genera, es muy probable que en términos reales una cosa compense la otra, de manera que el aumento la demanda interna de bienes no necesariamente implica una mayor erogación de divisas e inclusive, de seguir las tendencias mundiales, pudiera pasar que más bien la hiciese disminuir.

Si a esto se le suman las más que evidentes prácticas de sobrefacturación que se están descubriendo, en el sentido que una buena cantidad de dólares que se demandan por parte de los importadores se sobreestiman para ser desviados a otros fines entre ellos la especulación en el mercado ilegal o la compra de propiedades que en estos momentos se encuentran a “precio de gallina flaca” (caso Miami), podríamos concluir que no solo como hemos dicho y ha quedado demostrado el precio del dólar ilegal es ficticio y arbitrario (tal y como lo reconocen los mismos “expertos” de la derecha) sino que habría que replantearse el tema cambiario completo pues los precios “legales” tal y como ha igual ha quedado demostrado también lo son (cosa que por lo demás las personas que compran directamente por internet comprueban todos los días). De tal suerte, al igual que revelaron a las personas que no era exactamente que se estaban empobreciendo sino que las estaban robando, las medidas económicas han tenido la virtud de revelarnos que no es que nos estábamos quedando sin reservas sino que se las estaban robando.  

A mi modo de ver, en los ataques especulativos y el sabotaje contra la moneda y los precios además de lo ya mencionado hay que sumar a los tenedores de bonos de deuda venezolana (que especulan con los altos intereses que estos bonos pagan dada las primas por riesgo impuestas por las calificadoras) así como el evidente interés que las empresas transnacionalizadas instaladas en el país tienen en acabar con el control de cambio para poder repatriar sin cortapisas los ingresos que captan. Y cuando decimos transnacionalizadas valga decir que estamos hablando de todas las empresas grandes y buena parte de las medianas que existen en el país, pues incluso aquellas que son “nacionales” como la Polar transfieren sus excedentes al exterior. Pero adicional a este tema lo otro es que las casas filiales de dichas empresas están aprovechando para compensar en el mercado venezolano las pérdidas o reducciones de márgenes de ganancia que están teniendo en otros mercados. Es decir, están aplicando un mecanismos de precios de transferencias cobrando aquí lo que pierden o no ganan allá.

Así las cosas, en el tema de la administración de divisas -administración que el Estado está obligado a hacer pues son divisas producidas por el Estado mismo y no por los empresarios- hay que considerar también estos temas. La guerra económica es una guerra de especuladores tanto internos como externos con intereses muy diversos pero confluyentes en un punto: apropiarse por cualquier vía -mientras más expedita mejor- de la riqueza nacional, para ellos distorsionan todo el sistema de precios y someten la economía nacional a un juego de rapiña donde unos pocos se favorecen a costa de la mayoría.