El desarrollo neoliberal, patriarcal, racista y colonialista
ha permitido, facilitado o incluso fomentado ciertas formas o tipos de
discursos y prácticas feministas. Pero al mismo tiempo, ha limitado,
circunscrito o hasta reprimido o criminalizado otros. Para mostrar esto, quiero
analizar la relación entre el desarrollo neoliberal, racista y patriarcal y los movimientos de mujeres y
feministas en América Latina en tres momentos diferentes.
El primero coincide con el inicio del neoliberalismo, lo que
algunos llaman la fase del fundamentalismo de mercado, donde el mercado es
considerado un dios y resolverá todo; y el régimen de Pinochet en Chile, tal
vez puede expresar su cristalización máxima.
El segundo momento, algunos lo han denominado neoliberalismo multicultural
con "rostro humano", en el cual la intensa explotación de los más
pobres, con la intensificación del hambre, por ejemplo, comienza a amenazar al
propio capitalismo. En esta fase,
empiezan a aparecer las políticas dirigidas específicamente a la población que
vive en la miseria, por debajo de la línea de pobreza. Y finalmente, un tercer momento (el actual)
que algunos llaman, todavía con cuestionamientos, de post-neoliberalismo, o si
se quiere, de neo-desarrollismo, que se conjuga, en algunos casos, con el
regreso del nacionalismo popular (popular ahora a menudo entendido como
multiétnico e intercultural) y que también muchas veces muestra continuidades
significativas con el modelo de acumulación capitalista por desposesión.
“Ejército invisible”
Durante la primera fase del neoliberalismo, la del
fundamentalismo de mercado, las mujeres, especialmente las pobres y
pertenecientes a grupos raciales subalternos, constituían una especie de
"ejército invisible" que garantizó la supervivencia de las familias y
las comunidades frente a la dramática caída de los salarios populares y de los
servicios públicos provocada por el ajuste estructural. Como sabemos, las políticas de ajuste
llevaron a las mujeres de la clase trabajadora y a los pueblos indígenas y
afrodescendientes a organizar y dirigir luchas comunitarias por la
supervivencia y contra el proceso de acumulación brutal y militarista del
capitalismo de esta primera fase, en especial durante la llamada "década
perdida" de los años 80.
El militarismo de esa primera fase también llevó a las
mujeres a liderar las luchas por los derechos humanos en toda nuestra región.
Las semillas de los feminismos populares que hoy se extienden por América
Latina ya estaban en esas luchas de las mujeres y los grupos raciales
subalternos de los años 70 y 80. Estas
luchas populares, como otros feminismos que (re) surgen durante esta fase,
evidentemente, se negaron a tener cualquier relación con el Estado
militarizado.
A su vez, el neoliberalismo en su primera etapa tenía
solamente utilidad instrumental para los movimientos de mujeres, sustentándose
en las mujeres de clases populares para implementar los llamados programas
sociales de "emergencia", que intentaban absorber la resistencia a la
doble dictadura: la dictadura política y de mercado. La gran mayoría de militantes feministas y de
movimientos populares, no obstante, se unió a las filas de la oposición al
autoritarismo y al modelo de crecimiento orientado al mercado.
Neoliberalismo con “rostro humano”
La segunda fase del neoliberalismo coincide en muchos países
de la región latinoamericana, con las llamadas "transiciones
democráticas", que colocan en el poder a sectores de centro-derecha de
oposición a las dictaduras militares, pero que, en general, continuaban
abrazando la dictadura del mercado. En
ese momento se produjo un intenso debate entre militantes feministas que
decidieron participar en el Estado neoliberal democratizado en un intento por
promover políticas favorables a las mujeres y otras que se afianzaron en la
oposición, reprobando las continuidades político-económicas y culturales entre
los gobiernos post-autoritarios neoliberales y las dictaduras que les
precedieron.
Esta disputa fue especialmente feroz, dada una especie de
"angustia estratégica" o verdaderas "paradojas políticas"
generadas por lo que, siguiendo a Evelina Dagnino (2004), podríamos llamar como
"confluencia perversa" entre, por una parte, las conquistas reales de
algunos elementos de la agenda feminista en América Latina y por otra, la
"Nueva Agenda de Lucha contra la Pobreza" (New Poverty Agenda),
promovida por las instituciones financieras internacionales en este segundo
momento del neoliberalismo global.
La Agenda Neoliberal contra la Pobreza consideraba que un
enfoque tecnocrático "con perspectiva de género" sería crucial para
aumentar el "capital social" de las mujeres, especialmente las
mujeres pobres y racializadas. Y el
capital social femenino, a su vez, pasó a ser visto como esencial para integrar
a las mujeres a un "desarrollo de mercado" más eficaz y eficiente
(palabras clave del neoliberalismo II).
Fue una época de proliferación de políticas enfocadas a los llamados
grupos "vulnerables" –como las mujeres pobres, los grupos subalternos
racializados–.
Así, los programas sociales de emergencia
"focalizados" pasaron a ser permanentes en este segundo momento. Y es precisamente en esta coyuntura que el
neoliberalismo va a usar una máscara más "humana", multicultural y
participativa. Y llama a las
"organizaciones de la sociedad civil" –incluyendo algunas
organizaciones feministas profesionalizadas– a ser "socias en el
desarrollo y la democratización".
Y, en su calidad de "especialistas en género" (o generólogas...),
muchas pasaron a administrar los proyectos dirigidos a las mujeres consideradas
más "vulnerables" por el neoliberalismo globalizado.
En muchos países de la región, podemos decir que estos
sectores del feminismo se consolidaron y se volvieron dominantes, si no
hegemónicos, durante esta segunda fase del neoliberalismo. Y los feminismos y otros sectores de los
movimientos de mujeres y populares que continuaron levantando críticas cada vez
más contundentes a lo que en Chile se llamó "el modelito" perdieron
visibilidad política y sus prácticas y discursos críticos quedaron cada vez más
circunscritos y deslegitimados, como famosamente los llamó FHC (Fernando
Henrique Cardoso, entonces presidente de Brasil), "neobobismos". Entre los deslegitimados y silenciados estaban
importantes sectores de los movimientos indígenas y negros, que actuaban hacía
varias décadas en la región, pero que en realidad proliferaron y ganaron
espacio social y cultural durante los años 90.
Por esta razón, el neoliberalismo, en su segunda fase, también muchas
veces se declaró "multicultural".
En un intento por apaciguar lo más combativo y transgresor
en estos movimientos, el neoliberalismo promueve, en esta etapa, algunas
políticas para "integrar" mejor a los pueblos indígenas y
afrodescendientes a la "ciudadanía de mercado" (o la ciudadanía
mercantilizada, como la llama la Marcha).
Es decir, algunas de las conquistas reales, producto de estas luchas
antirracistas también "convergieron perversamente" con la
mercantilización de la ciudadanía multicultural promovida por el neoliberalismo
en su segunda fase.
Por lo tanto, esta fase permitió la articulación de demandas
más "civiles" o cívicas por algunos sectores de movimientos
indígenas, por ejemplo, especialmente aquellos que encarnaron o por lo menos
"performaron"[1] lo que Hale y Millamán han llamado el "indio
permitido", "una categoría identitaria que resulta cuando los
regímenes neoliberales reconocen activamente y abren espacio para la presencia
indígena colectiva", mientras que separan "los derechos admisibles de
aquellos prescritos, aquellos aceptablemente moderados de aquellos que
amenazarían una transformación social radical" (2006, 284 y 301).
Quiero enfatizar que no estoy proponiendo un binarismo
rígido entre lo permitido y lo no permitido.
Simplemente quiero señalar dos caras del activismo que a veces
encontramos en una misma persona, dos caras que se mezclan y entrelazan en una
misma militante, una misma organización, un mismo movimiento.
Feminismo 2.0
En el momento actual, está claro que vivimos una
reconfiguración de los campos políticos y de los movimientos sociales, lo que
genera nuevas angustias estratégicas y nuevas paradojas políticas. Por un lado, tenemos la expansión geométrica
de los feminismos populares, negros, indígenas, lésbicos, trans, jóvenes,
etc. Un feminismo cada vez más "de
masas", un "feminismo 2.0", como dice el sitio web de la Marcha
en Brasil. Y por otro lado, vemos la
consolidación de proyectos y gobiernos democrático-populares, de izquierda y de
centro-izquierda, y de feminismos que se articulan con estos proyectos
populares muchas veces a través de la "auto-organización" de las
mujeres en los más diversos movimientos y espacios políticos.
En la coyuntura actual, quiero sólo destacar algunas
preguntas que tal vez puedan ser aprovechadas en los debates de la Marcha. En primer lugar, parecería que la
proliferación de gobiernos de izquierda o de centro-izquierda en la región,
desde finales de los años 90, habría aumentado el espacio político para los
sectores de los feminismos y movimientos de mujeres que quedaron
invisibilizados y hasta criminalizados durante el segundo momento neoliberal. Y en algunos casos, como en Bolivia, también
se abrió espacio a las organizaciones de mujeres vinculadas a los movimientos
indígenas. Sin embargo, algunas
militantes y observadoras académicas insisten en que estos proyectos y
gobiernos muchas veces todavía comparten las suposiciones maternalistas que
guiaron las políticas "con perspectiva de género" de la segunda fase
neoliberal y por lo tanto continúan patriarcales al mismo tiempo que absorben
algunas de las demandas feministas que serían más consonantes con el modelo
post- neoliberal y/o neo-desarrollista.
Se plantean las siguientes cuestiones en la coyuntura
actual: ¿hay "confluencias" entre las agendas de algunas corrientes
feministas, los diversos sectores de los movimientos populares, negros e
indígenas, y los gobiernos democrático-populares de hoy en día? ¿Aparecen nuevas "perversidades" en
función de esas confluencias? ¿Cuáles
son las principales "virtudes" que podemos identificar en las
confluencias actuales entre los feminismos, los movimientos étnico-raciales, y
los gobiernos de (centro) izquierda y democrático-populares? ¿Qué angustias estratégicas y paradojas
políticas caracterizan la militancia en este tercer momento? ¿Qué discursos y prácticas feministas son
permitidas y no permitidas en el momento actual? ¿Cómo superar estos aparentes binarismos
políticos y enfrentar nuestras inevitables paradojas con más contundencia?
Quiero terminar subrayando que enfrentar nuestras paradojas
–en lugar de la práctica mucho más común que consiste en camuflarlas o
anularlas– es vital para los movimientos feministas y de mujeres, al igual que
para todos los movimientos sociales, porque las contradicciones y los
conflictos que generan muchas veces pueden ser muy productivos, provocando
auto-reflexiones y reflexiones críticas que con frecuencia revitalizan y
fortalecen los movimientos. Propongo,
por último, que las paradojas son lo que realmente hace a los movimientos
moverse.
(Traducción: Carmen Diaz Alba)
- Sonia Álvarez es doctora en ciencia política, profesora de
la Cátedra Leonard J. Horwitz de Políticas y Estudios de América Latina y
directora del Centro de Estudios sobre América Latina y el Caribe de la
Universidad de Massachusetts en Amherst (EEUU).
Referencias Citadas
Dagnino, Evelina. 2004. "Conflência perversa, deslocamentos
de sentido, crise discursiva." In La cultura en las crisis
latinoamericanas, editado por Alejandro Grimson. Buenos Aires: CLACSO.
Hale, Charles R. , and Rosamel Millamán. 2006. "Cultural Agency and
Political Struggle in the Era of the Indio Permitido." In Cultural Agency
in the Americas, editado por Doris Sommer, 281-304. Durham, NC: Duke University
Press.
Artículo publicado en la revista América Latina en
Movimiento No. 489 de octubre de 2013, titulada "Feminismo popular para
cambiar el mundo" http://alainet.org/publica/489.phtml
URL de este artículo: http://www.alainet.org/active/67658
[1] NdT: En el sentido de interpretar, actuar, representar.
Publicado en América Latina en Movimiento, No. 489:
http://alainet.org/publica/489.phtml
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